Ricardo Sánchez Serra
Poco se habla de la labor de la Beneficencia Pública de Lima, que se cree que solo se dedica a rentar inmuebles a los más pobres y que no le pagan. El trabajo va mucho más allá. Ayuda a más de dos mil personas a mejorar su calidad de vida y da protección social a gente en situación de vulnerabilidad, riesgo y pobreza extrema.
La gestión del alcalde Luis Castañeda, después de un primer periodo brillante, se va desgastada –así lo percibe la gente- porque no supo comunicar cómo recibió la Municipalidad de Lima después de la gestión desastrosa de Susana Villarán y luego la falta de divulgación de sus obras. Por supuesto que hizo mucho, pero al final lo minaron más sus fútiles e innecesarios enfrentamientos con el alcalde electo.
Hoy debemos reconocer su esfuerzo en la Beneficencia de Lima, a través del presidente Martín Bustamante y de los miembros del Directorio, entre ellos el destacado profesional Fernán Altuve. Después de cuarenta años la institución se encuentra en “azul” y gracias a la política recaudadora –que subió al 30 % y el 95 % de ingresos mejoraron- se hicieron obras en favor de las personas más vulnerables. Entre el 2014-2018 hubo 600 % de mayor inversión, como nunca antes había sucedido.
Los establecimientos a su cargo, como el Puericultorio Pérez Araníbar, el asilo Canevaro, San Vicente de Paúl, comedores, etc., lucen modernizados, pues ante el abandono social, se construyeron baños nuevos, se mejoró la infraestructura como los dormitorios; los niños y viejitos se encuentran mejor vestidos y lo principal, mejor atendidos, se mejoraron las áreas verdes (cinco mil metros cuadrados), se hicieron canchas deportivas, en general se mejoró la calidad de vida. Asimismo, se construyó un centro médico moderno.
De otro lado, en este ciclo de la Beneficencia, productivo a todas luces, destaca la puesta en valor de los cementerios, como el Presbítero Maestro, que está a la altura de los mejores museos-cementerios del mundo, como el de La Recoleta en Buenos Aires. El Presbítero Maestro –considerado por la UNESCO como Patrimonio Cultural tiene más de 200 años, en él se cobija esculturas en mármol, gigantografías, fotografías, que “cuentan” la historia, el arte y la cultura de dos siglos. Incluso hay tours nocturnos para poder apreciar tanta maravilla y un museo de sitio recientemente inaugurado.
Entre otros logros, se recuperaron balcones y fachadas –semi destruidos-, coloniales y republicanas, del centro histórico de Lima. Costó mucho esfuerzo, pero hoy los vemos esplendorosos. Asimismo, fue rescatado el archivo histórico -que data de la fundación de la Beneficencia en 1834-, con apoyo de la Biblioteca Británica –incluso con proyectos de digitalización- y ejecutado por la Universidad Católica.
Como señalamos las cuentas están en “azul”, las deudas se redujeron a más de la mitad y se pagaron obligaciones a la SUNAT y SAT de más de 40 años, además de adeudos salariales de más de 20 años a sus trabajadores.
Este es el resultado de administrar una institución estatal como si fuera privada, con imaginación, eficiencia y honestidad, y con el valor de ayudar a poblaciones vulnerables.