Cuando Oscar Wilde exclamaba: «En el amor, la sinceridad a pequeñas dosis es peligrosa, a grandes dosis, es letal». Tal vez no imaginó que la intensidad de sus palabras se trasladaría a la política hecho un arte para mentir. Entonces, el cojudeo elevado a la condición de “verdad oficial” sea en pequeñas o grandes dosis en, lo esencial es peligrosa y, en ocasiones, letal.
Por eso, causan repugnancia esos patrañeros inmorales, cuando teorizan arrogándose el “derecho” justificativo de crear antivalores en oposición a la sinceridad en el nivel del amor y en el nivel de la sabia política. La sinceridad es mejor, aun cuando a veces, puede resultar dolorosa; porque la paz social, la justicia, los valores positivos, etc., se logran con el alma pura de la sinceridad y la veracidad.
En esta línea de razonamiento, es inaceptable poner entredicho el valor esencial de la veracidad. Por tanto, el Gobierno no nos puede agarrar para el cojudeo con la compra de las vacunas, con la devolución de los aportes de la ONP, con las protestas sociales en el sector agrario, con la fragilidad de nuestra economía, con la inseguridad ciudadana, con el rebrote del COVI-19, el endeudamiento externo, y otros tantos dimes y diretes, porque donde está la verdad, está la justicia abarcando con la mirada el vasto y peligroso camino sinuoso del actual régimen.
No todo está dicho y hace mal el Ejecutivo, ocultar algo que no debe ocultar. La veracidad genera esperanza, la mentira el cojudeo atroz. Algo que, desde luego, causa indignación Despreciables personajes como Fouché, Maquiavelo, Goebbels, Hitler, entre otros hicieron de la maldita mentira un signo distintivo de buen Gobierno.
Por tanto, una mentira oficial para un buen Gobierno no debería evaluarse de forma absoluta, sino siempre a la luz de las circunstancias, las intenciones, los objetivos y los resultados.
De manera que, la veracidad absoluta deviene en una cojudez en la medida que se opone a la falsedad. No obstante, se evidencia en los aprendices peruanos de Fouché o Maquiavelo, en el actual Gobierno, una inusual torpeza, que generan más dudas que “aparente certezas”.
La aparente ingenuidad de la premier, Violeta Bermúdez y la inefable Pilar Mazzetti, están muy lejos de convencernos de sus dichos-contradichos. Ya aparece en Europa una variante del COVI-19, 70% más contagiosa y, por tanto, más peligrosa.
Entonces, frente a la dinámica real de los acontecimientos obligaron al Presidente Sagástegui prohibir los vuelos provenientes de Europa por dos semanas.
No obstante, es un error no cerrar las fronteras aéreas y terrestres provenientes del exterior por tiempo indefinido. La lección debe estar aprendida porque aún están fresca en la memoria de los peruanos cómo se originó la Pandemia en Perú: Un pasajero proveniente del exterior, contagió a todo un país. Lo demás es historia conocida.
Debemos aprender lo esencial del «arte de la verdad” y explorar estratagemas para emplearla de una manera sana y responsable. Entonces sí podremos admitir serenamente, que no podemos seguir cojudeados.
(*) Abogado penalista y analista político.
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