Luciano Revoredo
Creo en un Perú mestizo, resultado de una milenaria fusión cultural que ha dado como resultado la Peruanidad. La Peruanidad se basa en el mestizaje, somos el resultado del encuentro de la hispanidad con la cultura andina, con la adición a través de los siglos de otros aportes que se han sumado a nuestro rico mestizaje.
Creo en un Perú que tiende a la unificación, la Peruanidad es una fuerza centrípeta y aglutinadora. El peruano es acogedor y hospitalario. Toda idea desintegradora atenta contra la idea del Perú. Toda su diversidad no son más que matices de algo superior que nos une.
Creo en un Perú que es principio y origen de la más infinita creatividad. Somos un país de cultura superior. No en vano hemos dominado la más ruda geografía. En el Perú están todos los colores, los climas, altitudes y temperamentos del mundo. Eso nos hace únicos y cimenta la vocación de nuestra gran nación.
Creo en un Perú en que la belleza está íntimamente ligada con nuestro modo de ser y entender el mundo. Desde las manos de un artesano ceramista de Quinua, las de un burilador de mates en Cochas Chico o un imaginero cusqueño, hasta el golpe sordo en un cajón de Cañete, los afanes de un viejo destilador artesanal de Pisco en Ica o los pañuelos al viento de una enjundiosa marinera de Lima, solo encontramos un hilo conductor. La belleza, la estética y el arte como expresión natural del ser peruano.
Creo en un Perú original, único y fundamental. Un país capaz de integrase al mundo con personalidad propia. Ajeno a cualquier veleidad globalizante. Un país capaz de crecer y afrontar la modernidad con el ancla bien puesta en su tradición y su cultura. El Perú es grande porque puede resistir a imposiciones ideológicas, porque puede prescindir de ligerezas y frivolidades que atenten contra su fisonomía espiritual.
Creo en un Perú en que la familia y la vida son materia de una especial protección. En que reconocemos la dignidad intrínseca de cada individuo y persona por su condición de hijo de Dios. Un país en que las artes y los oficios son parte de la tradición familiar. En que los hijos son una bendición y la garantía de la continuidad.
Creo en un Perú identificado con su grandeza, orgullosos de su pasado y optimista con su futuro. Un Perú que ningún desvarío ideológico logrará desunir ni degradar.
Creo en un Perú cristiano. Respetuoso de la fe. Un Perú unido por una urdimbre invisible en la que la fiesta del Corpus en el Cusco, la de la Virgen de la Puerta de Otuzco o el universalmente reconocido Señor de los Milagros no son más que manifestaciones de una sola cultura y un solo modo de afrontar la vida.
Creo en el Perú de Grau, de Basadre, de Bolognesi, de Santa Rosa y Quiñones. En el Perú que soñaron nuestros mayores. Creo en el Perú que recorrimos de la mano de nuestros padre y abuelos. Creo en esa patria hermosa a la que cantó Chabuca Granda. Creo en ese Bello Durmiente al que ella definió como “un derroche de amor…”.