ALTER B. HIMELFARB W.
Habíamos concluido el Art. anterior, (30 Ene/22) que Herodes estaba «echado» al estilo de vida pomposo, «metropolitano» de las grandes urbes Greco-Romanas, el ruido mundano y el barullo de los espectáculos, y para lograr esos propósitos, «exprimían» con impuestos y más impuestos a la población de Judea.
Nada que ver con judaísmo. El nivel social de la vida urbana, era totalmente idólatra. Obvio, que la Corte de Herodes «desentonaba», al estar recargada también de ese lujo estrafalario, extravagante y grotesco.
En este punto, quiero pedir excusas a mis lectores: En uno de los párrafos finales del Art., anterior, -30, Ene/22-, equivocadamente escribimos, que el Senado Romano nombra a Herodes «Rey de Judea». Era el año 39 antes de Jesús (a.e.c.).
Mientras, la población que observaba y deseaba conservar su judaísmo, no podía hacer nada para evitar esos desmanes por la continua violación de sus prácticas espirituales y la pisoteada de su Ley, (la Ley en el Pentateuco). La degeneración creada por Herodes, llegó a un punto tal, que el nombramiento de los Sacerdotes o Cohanim, que era una dignidad hereditaria, quedó a gusto, discreción y capricho de Herodes.
Judea estaba llena de espías que evitaban las manifestaciones o movimientos de oposición. En términos generales, era una Judea totalmente corrompida hasta los tuétanos, gracias a Herodes. Ya no había Sanhedrín, sino un «Consejo del Trono», formado por parientes y protegidos que le obedecían a ciegas. Y todo lo anterior, gracias a los Romanos, que con su indiferencia, displicencia e insensibilidad, lo permitían.
Repetimos: La tierra del «Reino de Judea», era una «bobadita» de tierra, para los Romanos. No la necesitaban, pero paradójicamente, «no tenerla», era en cierta forma una lesión a su «ego» imperialista. Desde el punto de vista político y lo que podía esperarse de un sanguinario como Herodes, lo podemos «ver», cuando manda a matar a su cuñado Aristóbulo III, a Mariamme su esposa, hermana de Aristóbulo III y alos 2 hijos de su matrimonio con Mariamme.
Herodes muere en el 4 a.e.c., a los 70 años, tras larga y dolorosa enfermedad. Un poco antes, había ordenado colocar una gigantesca águila dorada sobre la entrada principal del Templo judío. Estas actitudes de Herodes fastidiaban y exacerbaban al Pueblo Judío. Herodes quería ganarse el apoyo judío, cuando les reconstruye el Templo, permitiéndoles libertad en la expresión de su espiritualidad. ¿Entonces, para qué una gigantesca águila, encima del Templo?
«Lo que hacía de bien con una mano, lo dañaba con la otra». Era un verdadero salvaje. «Cruel como él sólo». Herodes era un enfermo del «Poder». Si bien, no era judío, espiritualmente no tenía ningún afecto a nada ni a nadie.
Hay abundante historia alrededor de Herodes, sus herederos y sus jefes, los Emperadores Romanos. Arquelao, hijo de Herodes, continuaba con la crueldad que su padre aplicaba a los judíos. Y a pesar que una delegación del Pueblo de Israel, viaja a Roma con un «Memorial de Agravios», Augusto, el Emperador Romano del momento, confirma el Testamento de Herodes: Arquelao recibiría Judea, Samaria e Idumea, pero no sería reconocido como Rey, sino como Etnarca.
Y así continuaban los sufrimientos para la Población Judía. El título de Etnarca, era inferior al de Monarca. Esa degradación, fue «gracias» a las quejas de la Delegación del Pueblo de Israel en Roma. Y a pesar de ello, continuaban bajo la férula implacable de Arquelao.
En varias regiones de Judea, el pueblo judío establece una especie de guerrilla, lamentablemente sin un comando central, sin un planeamiento unificado, poniendo en jaque -no obstante- a varias legiones romanas. Arquelao es destituído y desterrado a las Galias (año 6 d.e.c.) y en su lugar, Pompeyo toma las riendas de Judea.
Sin embargo, quienquiera que estuviera gobernando en judea, exigía cada vez más impuestos, que debía pagar el pueblo, patrocinándole a los romanos, su idolatría y excentricidades. Exigían un censo de todos los bienes de los judíos, para cobrar -repetimos-, impuestos excesivos, hasta que se produjo el levantamiento contra Roma, para la libertad de la Fé, del pueblo y del país.
(*) Miembro A.I.E.L.C