Por: Javier Valle Riestra
El humanismo anuncio hace años una política antiimperial e insinúa expropiaciones de capital foráneo. Algunos de sus líderes afirman estar inspirados en el gobierno velasquista. Pues bien. Mal ejemplo.
Desde 1968 luego de confiscar a la International Petroleum Company (IPC) y a 14 empresas yanquis más, terminaron claudicando vergonzosamente al acordar en virtud del Convenio Greene de la Flor (Lima 19 de agosto de 1974) pagar por los activos confiscados 76 millones de dólares (prestados al Perú por bancos privados norteamericanos) a fin de que el gobierno de Washington los distribuyera entre las empresas reclamantes.
De esos millones, 23.257.875,07 le fueron entregados por cheque del Tesoro de Estados Unidos a la Esso Standard Inter-AmericaInc, propietaria del 99,95 por ciento de la IPC.
En esta forma oblicua y cínica los pseudorevolucionarios castrenses terminaron pagándole al contado a la IPC. Vociferantes en público contra los yanquis y obsecuentes en privado. Pero todo eso le hizo mucho daño al Perú. Por lo que tuvimos que pagar a costa de intereses usurarios y porque aparecimos durante años en el leprosorio internacional.
Todo para provocar cinco minutos de aplausos y cincuenta años de ruina. Tres años antes del referido convenio, ya la dictadura velasquista, ansiosa de acercarse a las arcas del capitalismo yanqui -cerradas para ella por el asunto IPC- había intentado negociar clandestinamente una fabulación que le permitiera indemnizar a esa compañía por debajo de la mesa.
La tentativa fracasó porque la revista londinense LatinAmerica supo de ella e informó al respecto con datos precisos y con nombres de las personas y entidades participantes. Roto el secreto, la combinación resultaba imposible.
El gobierno usurpador tuvo pues que abandonarla, e incluso, con su característica desfachatez, la desmintió. Pero la intentona era tan cierta que, recogidos sus términos en un memorando, sirvió de base al debate abierto en la Escuela de Servicio Exterior de una importante universidad norteamericana sobre el caso de la IPC en el Perú.
La decisiva influencia de Estados Unidos seguiría cerrándole al Perú el crédito de los bancos internacionales de fomento mientras no se indemnizará a todos los norteamericanos afectados por medidas de expropiación, inclusive los accionistas del IPC.
Esto lo había dicho y repetido Washington categóricamente. La Junta Militar de Velasco, con sus decretos confiscatorios de octubre de 1968, pidió guerra…, la obtuvo y salió vencida y humillada. La historia a hablado.