No. No nos referimos a una República de aristocracia nobiliaria, inexistente en el Perú. Más aún, cuando nosotros somos republicanos de tendencia popular, aniti-imperial e indoamericanista. Empezaré hablando de los gobiernos del siglo XX, prólogo del s. XXI. Queremos que nuestra audiencia de hoy comprenda el valor que tuvieron los presidentes desde 1895 hasta 1919 y cómo Leguía quebraría los cimientos de la democracia, pese a ser un hombre de talento y visionario. Pero el entorno familiar lo precipitó a una crisis ética.
Pasaré lista, precisando que la expresión República Aristocrática la ha empleado Basadre, porque es la mejor para designar el periodo comprendido entre el 8 de setiembre de 1895, en la que Piérola asume el mando constitucionalmente, hasta el 4 de julio de 1919, fecha en la que Leguía, por la vía del golpe de Estado, inicia su segundo y más largo gobierno. Once años, más cuatro del año 1908-1912.
Merece, dice Jorge Basadre, el nombre de República Aristocrática porque en ella la función de gobierno, tanto a nivel del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, se limita a los círculos dirigentes. Las masas no intervienen sino como telón de fondo. Y solo en la medida de su fervor pieriolista de adhesión al “Califa”, caudillo único del Perú, venerado por el Partido Demócrata. Excepcionalmente, también, intervienen en 1912, para la elección de Billinghurst, sustituto de Piérola (cfr. Basadre y Chirinos S.).
En la primera fase de la República Aristocrática, entre 1895 y 1914, se suceden pacíficamente y sin quiebra del orden legal los siguientes gobiernos: el de Piérola (1895-1899); el de Eduardo López de Romaña (1899-1903); el de Manuel Candamo (1903-1904), quien muere en el primer año del ejercicio del poder; el primer gobierno de José Pardo y Barreda (1904-1908), el primer gobierno de Don Augusto Leguía (1908-1912); el de Guillermo Billinghurst (1912-1914), depuesto por la guarnición de Lima a órdenes de Oscar R. Benavides (1914-1915) y sería luego presidente en 1933.
La segunda fase empieza y termina con el segundo gobierno de José Pardo y Barreda (1915-1919). El segundo gobierno de Leguía (1919- 1930), con reelecciones forzadas de 1924 y 1929, totaliza quince años en el poder, por lo cual este régimen debería denominarse el quinquenio y no el oncenio.
A esa etapa podríamos denominarla democrática, pese al derrocamiento de Augusto Leguía que terminó prisionero en el panóptico de Lima, hasta morir el 6 de febrero de 1932. Tenía 69 años, y el odio del civilismo autocrático.
II
Comenzó entonces el régimen zoócrata y canallesco de Sánchez Cerro asesinado por Abelardo Mendoza Leiva, no inscrito en el Partido Aprista. El Perú dejó de ser una democracia formal y material durante los sucesivos regímenes del pérfido Sánchez Cerro; Benavides nombrado para completar el periodo de 1931-1936, ocupó el poder hasta 1939; Manuel Prado, Bustamante y Rivero, hasta llegar a Manuel Prado nuevamente. De todo esto nos liberaríamos en 1945. Empero, caímos en nuevas dictaduras. Desde 1945 hasta 1948 en que el siniestro régimen de la cachaquería totalitaria usurparía el poder.
III
Desde un punto de vista histórico, las elecciones de 1931 significaron un hecho sin precedentes, porque los comicios de la República Aristocrática (1895-1919) fueron de características, más o menos, similares. Vieron siempre el triunfo del oficialismo de entonces, liderado por el civilismo. Basadre afirma que a lo largo del siglo XIX y durante el siglo XX, la República peruana tuvo prácticas electorales malas y que la opinión pública no se expresó en los comicios por cauces limpios, salvo en 1872 y cuando ratificó voluntariamente situaciones ya creadas de hecho.
En las elecciones de 1931 no se presentó en el Perú el espectáculo antes eventual de un candidato de las fuerzas oficiales conservadoras apoyadas por la maquinaria del Estado. De esas elecciones en la que postuló Haya de la Torre, recién llegado del exilio, y en su discurso de la Plaza de Acho comenzó por diferenciar el programa máximo del programa mínimo y recalcaba que el Perú no puede apartarse de América Latina y que América Latina no puede apartarse del mundo.
IV
Recurro a Piérola y Basadre, nuevamente, para recordar frases aplicables a esta temporada: “Instituciones, hombres y cosas: todo ha sido falsificado, no son verdad aquí”; “Abstenerse es obrar”; “Seguimos al abismo con ceguera inconcebible”. Así lo prueba el túnel en el que estamos sumergidos actualmente (2021-2026). Vendrá una tiranía feroz. Nadie tenga optimismo y prepárese para la acción.
(*) Jurista, exconstituyente y exsenador de la República.
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