El Museo Metropolitano tomo la decisión de retornar las esculturas a su verdadero lugar de origen en Camboya, Tailandia
Dos esculturas expoliadas de Tailandia hace décadas retornaron al país asiático después de que el Museo Metropolitano de Nueva York, donde se exhibían las piezas. Por el momento solo han regresa este par, pero aún falta que se haga la devolución de 14 piezas más.
Las piezas, que datan del siglo XI, son una representación en bronce bañado en oro del dios hindú Shiva, en la que aparece de pie y con una altura de 129 centímetros, y una imagen de una mujer arrodillada, de 43 centímetros, con decoración en oro y plata.
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Las esculturas llegaron a instalaciones de Aduanas del aeropuerto internacional de Suvarnabhumi en Bangkok, donde los expertos del arte realizaron una primera inspección, apunta en un comunicado el departamento tailandés de Bellas Artes. El museo se encuentra agradecido con los encargados del proceso de devolución, ahora por fin las piezas están en el lugar al que pertenecen, después de haber sido arrebatados por el coleccionista de arte británico Douglas Latchford, quien en realidad resulto ser un traficante de objetos de arte que fueron saqueados durante la guerra civil camboyana en 1967-1975. Cuando el Museo Metropolitano se entero de esto retiró la exposición de estas piezas, que ya habían sido vendidas a la institución en una fecha no precisada por el fallecido coleccionista y anunció su devolución.
Anteriormente, el museo ya había devuelto dos objetos a Camboya, que también estaban asociados a Latchford. El año pasado el MET anunció que evaluaría la procedencia de las obras de su colección, después de que las autoridades confiscaran decenas de antigüedades para devolverlas a sus respectivos países pertenecientes, algunos de ellos serian, Turquía, Egipto e Italia.
Latchford, quien había asegurado durante años que salvó muchas esculturas y piezas de ser destruidas durante el Jemer Rojo, fue acusado en 2019 por la Fiscalía de Nueva York de tráfico de antigüedades camboyanas robadas y saqueadas. Sin embargo, el marchante murió al año siguiente, antes de ser juzgado.