ANÍBAL QUIROGA
Si Francisco Sagasti era presidente hasta juramentar su sucesor, de acuerdo al protocolo le correspondía entrar al Congreso como Presidente de la República, ya que no es más congresista desde el momento que juramentó como mandatario.
Dejó ser legislador más allá de las interpretaciones que otras personas le quieran dar, pues no puede tener dos cargos a la vez. Por lo tanto tenía que entrar hasta el Hemiciclo como jefe de Estado, entregar la banda en el Hemiciclo, ver juramentar al nuevo presidente y retirarse como expresidente.
Eso es lo que establece el protocolo y lo que sería la interpretación más natural de la Constitución.
Pero estamos viviendo una época en que parecería que antes hemos vivido en la impostura, y que nada de lo anterior era correcto, y que recién ahora se empezaría a vivir el correctismo improvisado. Es como si nada de lo anterior fuera verdad y que ahora vivimos el mundo al revés.
No queda duda que Acción Popular, después del defenestramiento de Manuel Merino, le va a pasar la factura a Sagasti. Y por eso el desaire de ni siquiera haberlo dejado traspasar la puerta del Congreso.
Ha sido un desaire muy desagradable y totalmente fuera del protocolo que no le hace bien al país. Pero se aplica al final el refrán ‘quien siembra vientos, cosecha tempestades’.