La semana pasada por fin juramentó el nuevo gabinete. Los trece días que le tomó a PPK completar el equipo es una muestra de la fragilidad con la que se conduce su gestión.
No sorprende que varios de los personajes consultados inicialmente terminaran diciendo, cortésmente, no.
No estaban dispuestos a que su capital técnico – político se desgastara junto con la credibilidad del mandatario, algo que sí parece mantener una tendencia continua e inalterable. Sobre todo después de los argumentos con los que intentó justificar sus negocios vía Westfield Capital y First Capital, así como el indulto a Alberto Fujimori.
Ello no quiere decir que quienes finalmente se sumaron al gabinete no tengan los pergaminos necesarios.
Lo que ocurre es que el objetivo de Kuczynski era incluir cuadros con un perfil más político, que le garantizaran una mejor negociación con la oposición. Pero los acercamientos no prosperaron.
Podemos decir, con conocimiento de causa, que un par de horas antes de la juramentación aún había indefinición en torno al nombramiento de algunos ministros.
Igualmente, podemos precisar que el interés inicial era cambiar a Mercedes Aráoz, pero luego de idas y venidas se optó por mantenerla al frente del gabinete, evitando así el trámite del pedido de confianza ante un Parlamento hostil luego del citado indulto.
Pese a esta situación, el gabinete juramentó y se inició una nueva etapa.
Sin embargo, este flamante equipo ministerial no pone fin a los problemas del gobierno. Ya se anunció un nuevo pedido de vacancia contra PPK (que según Ipsos Perú tiene 41% de apoyo y 54% de rechazo) por el indulto humanitario, en tanto que avanza la investigación del caso Lava Jato a nivel congresal y fiscal.
A ello se suma la «declaratoria de guerra» del Apra, afín a Alan García, y los cuestionamientos del ala keikista del fujimorismo, a los que no les ha gustado ver fuera de la Diroes al exmandatario.
Por todo ello PPK y sus ministros deben definir un plan de acción inmediato que les permita, por un lado, contener los disparos incesantes de la oposición, y, por otro, mostrar a la población energía e interés por resolver los principales problemas del país: recuperación de la economía, inseguridad ciudadana, fornalización y lucha contra la corrupción.
Solo de esta manera el mandatario podrá sortear, sin quemarse, este caluroso verano.