Por Omar Chehade
Ex Vicepresidente de la República del Perú
Lamentablemente hay muchos que consideran que nuestra historia está acabada y que pertenece al pasado, tanto que han eliminado de la currícula escolar los cursos de historia del Perú y educación cívica.
No se han dado cuenta que nuestra historia es fundamentalmente, una historia con mañana, y a la que consideramos como un proceso en el cual la más inmediata tarea de los demócratas y republicanos es contribuir a recuperar nuestra patria y alejarla de las mayores lacras de corrupción y desunión que nos aquejan. Es pernicioso repudiar o ignorar a quienes tuvieron fe en el Perú desde las aulas, la oficina, el taller, la fábrica, los cuarteles, el hogar o el campo. Nuestro deber no consiste en hundir en el fango a la totalidad del ayer, sino en analizar lo que en él puede existir de luces y sombras, pero de ningún modo es dable considerar aquí a la historia como un fenómeno concluido.
Hoy es el momento de una conversión en pro de los valores que son el fundamento de una sólida reconstrucción de nuestra sociedad. El respeto de los valores cristianos no es una limitación negativa dirigida solo a quienes profesamos determinada fe, sino por el contrario, es una luz cenital que ilumina el amplio campo del trabajo, es encontrar el valor divino de lo humano y descubrir ese algo divino que toda realidad posee.
Por ello debemos tener la grandeza de ánimo que nos impulse, que nos obligue a ganar el pan con el sudor de la propia frente, y supone al mismo tiempo, un derecho. Una sociedad en la que este derecho se niegue y las medidas económicas no permitan a los trabajadores alcanzar los niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justicia social.
En el Perú que imagino debemos rechazar la cultura del odio y la venganza. Confucio decía: ”si odias a alguien, entonces te ha vencido”, porque no avanzas ni como persona ni como nación. La persona recta busca el bien común y no solo el bien para sí mismo, abriendo solidariamente nuevas posibilidades de desarrollo. La virtud moral de la justicia es la garantía que vela sobre el pleno respeto de los deberes y derechos y sobre la distribución equitativa de beneficios y cargas, por ende, la justicia debe ejercerse con el perdón que cura las heridas y restablece en su profundidad las relaciones humanas truncadas por las injusticias y los conflictos humanos, pues el perdón no se opone a la justicia, porque no consiste en inhibirse ante las legítimas exigencias de reparación del orden violado, conduce, como diría el Papa Francisco I, a la tranquilidad en el orden. El Perú ha sido y es obra de quienes hemos nacido en esta tierra, por ello debemos fortalecer nuestro servicio al país para poder ver el mañana con la esperanza de quien tiene una profunda creencia en su nacionalidad, con la histórica misión de nuestro tiempo de recuperar la República para los peruanos.