La colonización y las peligrosas consecuencias
El gigante asiático (China) somete a países empobrecidos a fuerza de préstamos y promesas de inversiones. Mano de obra barata, precarización y deterioro ambiental. El modelo impuesto en África
China ha iniciado -desde hace ya algunos años- un lento pero constante proceso de “neocolonización” sin freno. Principalmente en América Latina. Los rígidos estándares morales impuestos por el Partido Comunista (PCC) a la población y a su clase dirigente le impedirían al régimen someter a otros pueblos a fuerza de crucifijos o evangelios tal como ocurriera en siglos pasados. Tampoco los actuales tiempos permitirían invasiones militares. Es por eso que su voracidad expansionista lleva el sello de la Reserva Federal de los Estados Unidos: sus funcionarios ofrecen dólares. Muchos dólares. De a miles de millones. Y parece funcionar.
La sabiduría milenaria rinde frutos al PCC. Sus jerarcas -encabezados por Xi Jinping, el presidente del Gobierno central- conocen cada una de las debilidades y necesidades de los países del Tercer Mundo, cuya mayoría de líderes y conductores solo piensa en perpetuarse en el poder o en sobrevivirlo. África y América Latina, continentes relegados históricamente, son claros ejemplos del uso que Beijing hace de su dinero para explotar sus recursos e intentar imponer costumbres y leyes.