Por: Iván Torres La Torre
Durante más de una década se ha vociferado en escenarios judiciales y extrajudiciales que el expresidente Fujimori y muchos mandos militares, habían sido condenados por lesa humanidad. A mandíbula valiente, políticos, abogados, jueces, periodistas no cesaban en sostener que los execrables crímenes de barrios altos y la cantuta configuraban delitos de lesa humanidad.
Sin embargo, de boca del mismo juez que sentenció al expresidente Fujimori, hemos podido escuchar el punto final a toda esta discusión, cuando el propio juez César San Martín dice literalmente: “el expresidente Fujimori no fue extraditado de Chile por delito de lesa humanidad y por lo tanto tampoco fue juzgado por ello”. “No podía hacerlo (sentenciarlo) y no se puede hacer porque la ley interna peruana no comprende esas figuras”.
Con estas expresiones, queda claro lo que sosteníamos abogados en los tribunales, ante los oídos sordos de fiscales y juzgadores, que no comprendían que para el año 1992, en la legislación peruana no existían los delitos de lesa humanidad; y adicionalmente, en la legislación peruana interna no existían los delitos de carácter permanente. Las palabras del Doctor César San Martín, quien es el máximo referente doctrinario para aquéllos que pensaban que en el Perú se podía sentenciar por delitos de lesa humanidad, deben haber sonado como campana de catedral en los oídos de éstos, sus seguidores; y el punto final a esta discusión le resta credibilidad a las ONG de derechos humanos, que aunque ahora digan que siempre lo supieron, no lo podrían negar, puesto que todas sus afirmaciones quedaron en la historia mediática y judicial de nuestro país.
Dicho esto, seguir sosteniendo que el presidente de la República no puede otorgar indulto a un sentenciado por delito de lesa humanidad es un absurdo. Recurrir a la Corte IDH en un “alaraquismo”, es patético. Argumentar que internacionalmente los crímenes de barrios altos y la cantuta configuran delitos de lesa humanidad, suena a manotazo de ahogado, porque quieran o no, en el Perú se llaman homicidio calificado; el resto es puro palabreo.
Finalmente, lo dicho por el doctor San Martín abona a la reflexión nacional, suma al reencuentro de los peruanos y, que se hayan aclarado los alcances de los delitos cometidos en el Perú, debe servir para poner punto final a esta discusión antitécnica, que nunca debió aparecer y que solamente fue utilizada por ideologías políticas, antipatrióticas, enemigos de la unidad de destino. Hasta la próxima semana.