Grandes hombres que lograron obtener poder cayeron por la culpa de mujeres y esto es en casi todo los casos
Desde Trump hasta Toledo, y de Montesinos a Vizcarra y Bill Clinton, hemos presenciado numerosos casos en los que un hombre poderoso (casi) lo perdió todo por una mujer. Sin embargo, en la era de los videos por WhatsApp, las noticias falsas y las redes sociales, los roles de víctima-victimario y funcionario-amante también han experimentado un cambio radical.
«Cherchez la femme» es la frase que ha trascendido desde Alexandre Dumas hasta la literatura pulp, y desde el cine negro hasta la crónica roja. «Hay una mujer en todos los casos», explicaba el novelista francés, y es evidente que esta observación no se limitaba solo a los crímenes.
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Como contraparte del arquetipo de la femme fatale, esta figura femenina señalaba a mujeres que podían desencadenar incendios, asesinatos, guerras e incluso la caída de imperios. Ejemplos abundan en la historia, desde Helena de Troya hasta Cleopatra. Sin embargo, con el tiempo, la narrativa y la sabiduría popular han transformado este arquetipo en un estereotipo.
En el ámbito político, hemos presenciado varios episodios contemporáneos, la mayoría de ellos en el Perú. Figuras como Raúl Diez Canseco, Alejandro Toledo, Vladimiro Montesinos, Martín Vizcarra, Bill Clinton y Donald Trump han sido protagonistas de escándalos que involucran tanto el ejercicio del poder como relaciones sentimentales.
Recientemente, el caso de Alberto Otárola ha acaparado la atención pública. Tras la aparición de un audio comprometedor con Yaziré Pinedo, el primer ministro ha hábilmente intentado cambiar la narrativa, victimizándose en el proceso. Sin embargo, este episodio ha revelado la complejidad de las relaciones entre funcionarios y sus asociados.
El cruce de narrativas, alimentado por las redes sociales, ha generado un debate complejo, pero ha permitido desafiar los estereotipos preestablecidos. En un mundo donde la información se filtra a través de nuestros propios prejuicios, es importante reconocer la sutileza y la complejidad de las relaciones humanas, más allá de las categorías simplistas de víctima y victimario.
El caso de Otárola y Pinedo, lejos de seguir el guion preestablecido, nos recuerda que la realidad es mucho más matizada y compleja de lo que a menudo se nos presenta en las redes sociales y los medios de comunicación. En lugar de buscar culpables o víctimas, debemos reconocer la humanidad y la complejidad de cada individuo y situación. Este episodio, ocurrido a pocas horas del Día Internacional de la Mujer, nos invita a reflexionar sobre el papel de las mujeres en la política y la sociedad, así como sobre la necesidad de superar los estereotipos de género que aún persisten en nuestra cultura.