Manuel Ruiz Huidobro
─ ¡Soldados: vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud!
Con estas palabras, Simón Bolívar se dirigió al ejército el 2 de agosto de 1824, cuatro días antes de la Batalla de Junín; en la cual, considerando fracasado su intento, ordenó la retirada; pero el sargento mayor peruano José Andrés Rázuri desobedeció, y comunicó a los Húsares del Perú que… ¡debían atacar!
No fue Bolívar, sino los Húsares del Perú los que lograron “…completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud”.
Esa tarde, Bolívar, para apropiarse de una victoria que no logró, y ocultar la epopeya de los peruanos, cambió el nombre de los Húsares del Perú por el de Húsares de Junín.
En el bicentenario de nuestra independencia, en vez de llamar al regimiento de Caballería “Húsares de Junín”, debemos corregir esta injusticia histórica, devolverles el nombre de “Húsares del Perú”, y calificarlos de “Vencedores de Junín”.