Por Juan Sotomayor
A medida que avanza el cronograma electoral, las encuestas van adquiriendo mayor interés. Alabadas por algunos y rechazadas por quienes no se ven favorecidos en ellas, es imposible desconocer su importancia. Las encuestas sirven para mostrar las fotos del momento, pero también para realizar proyecciones y definir estrategias electorales.
La expectativa que generan las encuestas y la desesperación de algunos candidatos y candidatas que no cuentan con la preferencia del electorado, los empuja a una práctica cada vez más frecuente: difundir “encuestas bamba”, buscando posicionarse a la fuerza y dar una imagen de aceptación que no tienen. En el colmo de la osadía, no dudan en utilizar el nombre y logotipo de prestigiosas empresas o centros de estudios especializados, pretendiendo sorprender a sus potenciales electores.
Generalmente las encuestas bamba son difundidas a través de volantes o por medio de las redes sociales, buscando generar corriente de opinión sobre las posibilidades de algún candidato en particular. Para disimular el fraude, suelen colocarse en segundo o tercer lugar, muy cerca de quienes sí lideran las preferencias.
Otra práctica frecuente en estos tiempos de tecnología, redes sociales e informalidad, son las “encuestas on line”, cuya veracidad no cuenta con ningún sustento estadístico y que terminan siempre convirtiéndose en una competencia de “trolls” interesados en mostrar a sus candidatos como favoritos.
Por ello mis queridos amigos, cuando llegue a sus manos o smartphones una encuesta, deténganse un momento a cuestionar su origen y revisen la ficha técnica. De ser posible, acudan a la misma fuente para corroborar la veracidad de la misma y no permitan que le den gato por liebre. Recuerden que las verdaderas empresas encuestadoras nunca difunden sus resultados por medio de volantes en las calles ni realizan sondeos web.
Por el lado del electorado, está bien prestar atención a las encuestas, pero sería mucho mejor darse el tiempo de conocer la trayectoria y planes de gobierno de cada candidato, sin olvidar aquellos antecedentes y errores que algunos tratan de ocultar o maquillar. De esta manera la evaluación del elector influirá sobre las encuestas y no al revés. De pasada, ayudaremos a erradicar las “encuestas bamba” y desenmascarar a sus promotores.