La monarca británica poseía múltiples bienes, algunos de los cuales están en su familia real desde hace siglos.
La reina Isabel II, fallecida este jueves a los 96 años, logró acumular una fortuna personal calculada en unos 370 millones de libras –425 millones de dólares-, según una estimación del Sunday Times. La cifra incluye tanto los aportes que la corona recibía de los contribuyentes como los ingresos de sus negocios privados.
Gastos oficiales
Una dotación anual del gobierno denominada “Sovereign Grant” o “Subvención Soberana” es la encargada de cubrir los gastos oficiales de la reina y otros miembros de la casa real que la representan. Durante el año financiero 2020-2021, este ítem ascendió a 86 millones de libras -99 millones de dólares-.
La Subvención Soberana equivale al 15% de las ganancias obtenidas por el “Crown Estate” o “Corona Estatal”, una enorme cartera financiera que incluye tierras, inmuebles y otros tipos de activos, como parques eólicos que pertenecen a la monarca pero son administrados de manera independiente.
Los ingresos netos de la Corona Estatal se entregan al Tesoro británico según un acuerdo sellado en 1760. En el último ejercicio, la Subvención Soberana fue incrementada de manera provisional para cubrir los grandes trabajos de renovación en Buckingham. También es utilizada para pagar a centenares de empleados que trabajan para el trono.
Ingresos privados
“Privy Purse” o “Monedero Privado” es como se denomina a los ingresos privados de la monarca, que provienen sobre todo de la finca del ducado de Lancaster, en manos de la realeza desde la Edad Media. Sus activos se constituyen de tierras, inversiones y propiedades por 500 millones de libras -580 millones de dólares-.
El Monedero Privado está integrado por 315 residencias, así como locales comerciales en Londres y miles de hectáreas de tierras. Su ingreso neto en el ejercicio 2020-2021 fue de más de 20 millones de libras -23 millones de dólares-. La reina cedió parte de este monto a su familia y pagó impuestos sobre el dinero no utilizado.
“La reina utiliza ese dinero para pagar sus gastos personales para mantener las residencias de Balmoral y Sandringham, algo muy costoso”, señaló David McClure, autor de un libro sobre las finanzas de la reina titulado The Queen’s True Worth (El verdadero valor de la reina). Ambas residencias son propiedades privadas de Isabel II.
“También usa parte de ese dinero para subvencionar a miembros de la familia que no reciben dinero público o de la Subvención Soberana”, añadió. Entre los destinatarios están su hija la princesa Ana, su hijo menor el príncipe Eduardo y su esposa Sofía, condesa de Wessex, así como su hijo del medio, el príncipe Andrés.
A diferencia de los demás, Andrés ya no desempeña tareas reales y, por lo tanto, no recibirá una asignación tan generosa como en el pasado. El príncipe cayó en desgracia a causa de su relación con el fallecido financiero estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de explotar sexualmente a menores antes de suicidarse en la cárcel.
Propiedad privada
A pesar de que la mayoría de los palacios reales pertenecen a la Corona Estatal, la reina poseía dos residencias privadas: el castillo de Balmoral, en el noreste de Escocia, cuyo valor es de 100 millones de libras -115 millones de dólares- y la finca de Sandringham, valuada en unos 50 millones -58 millones de dólares-.
Estas propiedades no se mantienen con fondos públicos. La reina también contaba con algunos objetos de la Colección Real a título personal, lo que incluye una colección de estampillas que perteneciera a su abuelo el rey Jorge V, tasada en 100 millones de libras -115 millones de dólares-.
La gran pasión de la monarca por los caballos de carreras también le hizo ganar más de 7 millones de libras -8 millones de dólares- en premios, de acuerdo con cálculos llevados a cabo por el sitio myracing.com, aunque esto excluye el costoso mantenimiento de los equinos y demás servicios prestados.
Las joyas de la Corona, valuadas en 3.000 millones de libras -3.400 millones de dólares-, pertenecen a la reina hasta ser transferidas a su sucesor, Carlos III.
Evasión fiscal
Elizabeth estuvo implicada en los Paradise Papers, documentos secretos que fueron filtrados en 2017 sobre los intereses que tienen los ricos y poderosos fuera de sus países. Este material fue difundido por el Consorcio internacional de periodistas de investigación (ICIJ), con sede en Estados Unidos.
Los documentos revelaron que Isabel II, a través del ducado de Lancaster, depositó 10 millones de libras en las Islas Caimán y Bermudas -11 millones de dólares-, territorios británicos de ultramar que son considerados paraísos fiscales por aplicar regímenes tributarios favorables para no residentes.
No tan rica
Con una fortuna calculada en 370 millones de libras -425 millones de dólares-, no entró en la lista de las 250 personas más ricas del Reino Unido elaborada por The Sunday Times en 2021, encabezada por el multimillonario empresario Leonard Blavatnik, con un patrimonio neto de unos 23.000 millones de libras.
Su fortuna es por completo eclipsada por las de otras monarquías: la fortuna de la familia real tailandesa se estima entre 50.000 y 70.000 millones de dólares, en tanto que el patrimonio del rey saudita Salmán alcanza unos 18.000 millones de dólares.
Las especulaciones en torno al testamento
Una vez enumeradas las riquezas que dejó la jefa de Estado británica, Todas las miradas están puestas en saber qué nombres aparecen en su testamento. Ya estaría establecido quiénes serían los beneficiarios de la herencia.
Si algo que caracteriza desde siempre a la corona británica, esos son los escándalos: desde el romance entre el príncipe Carlos y Camila Parker Bowles hasta la muerte de Lady Diana Spencer y los polémicos testimonios de Harry y Meghan Markle, quienes decidieron dar un paso al costado de sus labores reales.
Pero, tras la muerte de Isabel II, se sumó un nuevo interrogante que involucra a los miembros de la casa real: quién se quedará con las joyas.
Según consignó Entertainment Times, una fuente anónima alegó a Star Magazine que Kate Middleton sería una de las más beneficiadas porque es su “royal favorita”, por fuera de su familia de sangre. Si bien precisó que la reina nunca verbalizó públicamente su favoritismo, “todos saben que obtenía más beneficios que nadie”.
Esto parecería indicar que la familia de la Duquesa de Cambridge y el príncipe William estarían contentos con la repartición.
Pero, así como algunos se quedan con el “botín”, otros terminan con las manos vacías y esa sería la familia del otro nieto de la reina, el príncipe Harry. Según se comentó, ni los nombres de Meghan Markle ni de sus hijos, Archie Harrison y Lilibet Diana estarían en el testamento. “Esto no sorprende, ya que ya no son miembros de la familia real. Pero sería un verdadero golpe en la cara”, indicó la fuente.
Asimismo, quien también habría quedado afuera del listado de nombres es Camilla Parker Bowles, la flamante reina consorte.