Los líderes de los Veintisiete descartan una adhesión rápida de Kiev a la UE. Asimismo, Europa los empuja a la búsqueda de la independencia energética.
Ante la invasión rusa a Ucrania, Europa se ha dado cuenta de su debilidad. Dos puntos destacados: defensa y energía. «Aumento significativo en el gasto de defensa». Estas palabras se leyeron con claridad en el primer apartado del comunicado final elaborado por los líderes de la UE en la cumbre informal de Versalles, a las afueras de París, el jueves y el viernes. El siguiente punto del comunicado también es indiscutible: la UE debe “reducir su dependencia del gas, el petróleo y el carbón rusos”. En definitiva, se trata de conseguir la seguridad europea a través de la autonomía armamentística y energética, sin descuidar el abastecimiento alimentario.
“Quiero invertir el dinero de los contribuyentes en escuelas o pensiones, pero tenemos que gastarlo en defensa”, resumió la primera ministra sueca, Magdalena Anderson, tras llegar a la cumbre. Se escuchaba música militar de fondo y el presidente francés, Emmanuel Macron, recibía a los jefes de Estado y de Gobierno en el Palacio de Versalles. Hace poco más de cinco años, pocas semanas después de ser elegido presidente de Francia, Macron recibió al presidente ruso, Vladimir Putin, en este escenario histórico, erigido por el Rey Sol Luis XIV, donde terminó la Primera Guerra Mundial en 1919. Todo cambió. En Versalles, Europa contempló un cambio dramático, y como todos los avances europeos, las crisis externas los obligaron a actuar. Desde el final de la Guerra Fría, los países europeos han recortado el gasto en defensa del 4% del PIB al 1,5%, explicó esta semana Josep Borrell, máximo representante de política exterior de la UE. Protegida por el paraguas estadounidense, gran parte de Europa se considera inmune a las tragedias del siglo XX y el gasto militar no es una prioridad. En una era de globalización, donde la interdependencia empresarial o energética es la norma, la autosuficiencia es un concepto que parece obsoleto. Las crisis de la última década -la crisis financiera de 2018 y la pandemia de 2020- han hecho temblar estas certezas. «Putin War», fue determinado por los líderes europeos a una invasión sólida de Ucrania, su graduación de entierro. Nadie sabe que son la intención final del régimen especializado de Rusia, pero Europa se despierta.
Putin ataca a Ucrania el 24 de febrero y unos días después, Alemania, pero reacio por razones históricas, se confirmarán como fuerzas políticas y militares, a su vez, convirtiéndose en políticas de defensa. El canciller Olaf Scholz anunció que su país invirtió 100,000 millones de armas y aumentó en un 2% de los costos del PIB. Es un arma de fin de semana. Dinamarca ha participado en este objetivo, preguntando a la OTAN a su miembro. Y el mismo quinto es un gerente de país de Anderson, el sueco es neutral.
«Crecimiento básico para la defensa, […] centrarse en algunas deficiencias estratégicas». «Desarrollar más incentivos para estimular las inversiones comunes de los Estados miembros en proyectos y adquirir capacidades defensivas». «Fuerza y desarrollo de nuestra industria defensiva». «Forjar sinergias entre la investigación y la innovación civil, de defensa y espacial, e invertir en tecnologías e innovaciones nuevas e importantes para la seguridad y la defensa». En este sentido, la serie de frases del proyecto, más las propias de un lenguaje complejo, indican claramente el rumbo que pretende tomar la UE.
