Por: Pablo Carranza
– ¿Qué impresión le deja que Edmundo González, quien a todas luces ganó las elecciones en Venezuela, se haya asilado en España para evitar un arresto arbitrario por parte del régimen de Nicolás Maduro?
Me parece que ha sido perseguido implacablemente por el dictador Maduro justamente para que se vaya. Creo que ha habido una estrategia probablemente diseñada no sólo por Maduro sino por Cuba, por los países que apoyan a Venezuela para descabezar la inmediatez de la resistencia a la dictadura chavista. ¿Por qué digo esto? Porque con mucha facilidad le han dado el salvoconducto para que se vaya sin ninguna resistencia. Evidentemente con Edmundo González fuera de Venezuela, lo que pueden estar calculando los líderes chavistas o del “Socialismo del Siglo XXI”, es que González se convierta en otro Guaidó. O sea que durante un tiempo sea reconocido como presidente de Venezuela o ganador de las elecciones, sobre lo que no hay duda, pero con el paso del tiempo vaya perdiendo vigor su posición como ocurrió con Juan Guaidó. O sea que a la dictadura le convenía perseguir implacablemente a González para tenerlo fuera del país.
– Parecía, realmente, que la dictadura chavista estaba contra la pared, pero al final la oposición se está debilitando ¿Qué pasó?
El régimen de Maduro es la punta de lanza en América Latina de las fuerzas antioccidentales en el mundo. Tiene el apoyo irrestricto de Cuba, de Nicaragua y de Honduras y luego otros países de América Latina como es el caso de México, de Colombia y de Brasil, que juegan a una neutralidad hipócrita. El fundamento de esto último es decir que mientras no se muestren las actas y no se cuenten los votos no se puede reconocer a González. Juegan y son como presuntos comunicadores entre la oposición y el gobierno dictatorial de Venezuela. Cuando el presidente del Consejo de Ministros del Perú, el señor Adrianzén, no quiso pronunciarse sobre el fraude y declaró que no se podía reconocer a González porque no se había hecho un recuento de votos, lo que hizo en realidad como jefe del gobierno, porque el presidente del Consejo de Ministros es el jefe del gobierno, fue dar un giro hacia la izquierda, uniéndose a la posición diplomática de México, Brasil y Colombia. Perú se integra en esa posición, después la presidenta Boluarte ha salido a condenar la dictadura, pero evidentemente eso lo ha hecho para salvar la cara porque había muchas críticas internas, pero carece de impacto internacional. El hecho es que el Perú se ha desembarcado de la posición occidental.
– ¿Le parece que estamos ahora ante una dictadura ‘jurásica’ como dijo Andrés Oppenheimer?
No usemos adjetivos calificativos que le quitan seriedad. Estamos frente a una dictadura socialista cuya metodología es el marxismo, el leninismo soviético y cubano y por lo tanto es una dictadura muy fuerte.
– ¿Hay alguna posibilidad de que se haga valer la decisión del pueblo venezolano que eligió a Edmundo González?
Lo de las actas electorales es un capítulo concluido como lo fue en el Perú en 2021. No hubo manera de que acá se muestren las actas. Ahora, tratándose de una dictadura tan férrea como la de Venezuela, pues con más razón no va a haber manera de que muestren las actas electorales. Entonces, ese tema está terminado. El tema que queda es el de la resistencia interna al régimen de Maduro. Tal vez tengan que adoptar una organización que busque ya, digamos, subvertir a la dictadura de Maduro y, al mismo tiempo, tiene que haber presión internacional fuerte, de la cual por desgracia el Perú, habiendo sido el líder en América Latina de esa posición, se ha retirado.
– ¿Cómo analiza el cambio de Javier González-Olaechea por Elmer Schialer en la Cancillería?
Es evidente que la salida de Javier González-Olachea ha implicado un cambio radical de política exterior y lo que nos hace ver ese cambio radical son las declaraciones no del señor Schialer, por más canciller y respetable que sea, sino del presidente del Consejo de Ministros, el señor Adrianzén, que es el jefe y el coordinador del gobierno, de acuerdo a la Constitución política del Estado. De tal manera que no estamos frente a un cambio de personas, esto va mucho más allá. Estamos frente a un cambio de política exterior y a un alineamiento con Brasil, con México y Colombia. Esa es una decisión interna tomada, no sabemos por quiénes.
– ¿Cuáles son sus expectativas sobre el debate entre los candidatos presidenciales en Estados Unidos, la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump?
Yo creo que va a ser un debate muy ajustado, donde todo vale. Una especie de cachascán retórico, y quien mejor maneje sus conceptos frente a la opinión pública, quien tenga argumentos no racionales sino emocionales más eficaces, va a ser quien gane ese debate. Es imposible saber quién va a ganar ahora, están muy ajustados. En teoría hay muchas encuestas, algunas le dan una gran ventaja a Trump, otras le dan una ventaja a Kamala Harris, otros dicen que están técnicamente empatados, pero como sabemos, por experiencia, no todas las encuestas son neutrales. Es muy difícil saber eso ahora.
