Dedicó su vida a rescatar valores, costumbres y tradiciones de Chiclayo
VÍCTOR ALVARADO
Los chiclayanos celebran en el 2023 el primer centenario del nacimiento del periodista, poeta, pintor, profesor y folclorista, Jesús Alfonso “Fuco” Tello Marchena (n. 25 mayo 1923, Cayaltí, Zaña + 21 julio 1986, Chiclayo), en el marco de las actividades celebratorias del 188 aniversario de la fundación de Chiclayo.
“Fuco” Tello es un personaje amado, querido y considerado el chiclayano más notable e importante del siglo XX, por haber dedicado sus mejores esfuerzos de creador, a rescatar las tradiciones, costumbres, valores artísticos, de la llamada capital de la amistad, como pocos o nadie lo ha hecho.
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Su exégeta Marco Antonio Barboza Medina, en su oración fúnebre al despedir sus restos mortales el 23 de julio de 1986, en el cementerio “El Carmen” de Chiclayo, lo calificó de “chiclayolatra”, por ser el iniciador del reencuentro con tiempos perdidos, un adjetivo que solo lo han merecido los desaparecidos poetas Juan José Lora y Alfredo José Delgado Bravo, también lambayecanos.
Notable autodidacta
“Fuco” Tello agrega su condición de notable autodidacta, como lo fue el Amauta José Carlos Mariátegui, en razón a que todas sus calificaciones de periodista, poeta, pintor, profesor y folclorista, las obtuvo sin pasar por universidad alguna, gracias a su notable inteligencia y talento, con la que supo empinarse sobre el infortunio de haber perdido a su padre cuando era niño y abrirse camino por su cuenta, costo y riesgo.
Por la urgencia de supervivir tuvo que privarse de la continuidad de estudios regulares y trabajar desde niño en diferentes oficios bajo la mirada de sus abuelos maternos Andrés Avelino Marchena Cotrina y Manuela Gil Peralta, que tuvieron a cargo su crianza.
Sus dones artísticos pronto se manifestaron al trabajar con un fabricante de calzado, del que se convirtió en diseñador de modelos y luego como técnico dental, aprendiendo pronto a fabricar planchas dentales.
Grupo generacional
Optó por emigrar a Chiclayo, donde pronto se vio inserto en un grupo selecto de creadores, entre ellos Jorge Lazo Arrasco, director del colegio Chiclayo; el periodista Vicente Nisizaka Mejía; el profesor y poeta Estuardo Deza Saldaña, el pintor Oscar Allaín, con quienes constituyó un potente grupo generacional de creadores y promotores de arte y cultura lambayecanos.
La consagración que le brindaron sus compañeros generacionales fue determinante para ingresar a la docencia como profesor de arte y manualidades, en los colegios Chiclayo y San José, perfeccionar sus destrezas artísticas y proyectar sus derroteros intelectuales.
Pero, estos caminos se concretarían definitivamente al dar, a los 23 años, un paso trascendental, al contraer nupcias con Juanita Gamarra Olano, que se convirtió no solo en su inseparable compañera, sino también en su aliada para acometer su gigantesca misión de creador. Con Juanita, fue feliz padre de Clara Victoria, Alfonso Bartolomé, Carmen Violeta y Jorge Daniel Tello Gamarra, todos seguidores de sus pasos.
Periodista total
A nivel del periodismo, desarrolló un incansable trajín de redactor, columnista, analista, para difundir sus estudios e investigaciones sobre el variado y múltiple folclore lambayecano a través de los diarios “El País”, “El Tiempo”, ya desaparecidos y “La Industria” de Chiclayo; en las revistas “Huerequeque”, de la que fue subdirector, “Lambayeque” y “Región”, de las cuáles fue director, y de las emisoras radiales de entonces, entre otros.
Fue conductor habitúe de celebradas audiencias radiales en las emisoras “Delcar”, cuyo nombre le correspondió acuñar como derivado de la frase: “Del Carajo” y Lambayeque, ya desaparecidas, que dirigieran Carlos Montjoy y Claudio Baquedano, sus grandes amigos, respectivamente.
38 libros inéditos
En poesía, editó los poemarios “Ángulo del verso y la nostalgia” (1965), “Silencios Altivos” (1975), “Divulgaciones regionales” (1976), “Cantos a mi Pueblo” (1998), considerada su obra mayor, “Ventana de Hospital” (sus poemas mientras recibía tratamiento anticáncer en el Hospital Almenara de Lima en 1986), “Monsefú, historia, poesía y tradición”, editado póstumamente, todos con énfasis en el tema costumbrista.
Un rubro especial son sus poemarios de poesía infantil: “Bolsillo de los Niños”, “Flores para los niños” y “Poesía Azul y Rosa”, estos dos últimos permanecen inéditos. Asimismo, tiene inéditos otros 14 libros de cuentos, narraciones, folclore, turismo y ensayos y otros 10 de poesía.
Incursionó apasionadamente en la historia, al editar “Apuntes históricos sobre la fundación de Chiclayo” y permanecen inéditos otros 14 libros sobre anécdotas, semblanzas, retratos, costumbres, así como las grabaciones de centenares de charlas, artículos periodísticos, que a criterio de Antonio Serrepe Ascencio, lo ubican como el principal divulgador del folclore en el norte del país.
Importante libro
Entre sus libros inéditos, caber destacar los títulos: “Más allá del 79”, una sobresaliente investigación sobre las dos invasiones militares anglochilenas que soportó Chiclayo, la primera en 1980 y la segunda en 1882, al mando de Patricio Lynch y Urrutiel Urrutia, quienes al no obtener cupos incendiaron la Municipalidad de Chiclayo.
Repasa los robos por los invasores del Faro del Muelle de Eten, que tenía un radio de acción de 15 millas, del reloj de Pedro Ruiz Gallo, la utilización de la Catedral, y del Convento de San Francisco (exsede del Palacio de Justicia) y del Colegio Nacional San José, como caballerizas y cuarteles de tropas.
Formó parte de una promoción de notables pintores, juntamente con Oscar Allaín Cotera y Hugo Rojas Monzón, con quienes realizó sesiones de pintura al aire libre. Entre otras facetas de su multifacética personalidad, fue diseñador de afiches, escultor, pergaminista, locutor y conductor de festivales artículos.
En el terreno del folclore lambayecano, compartió trajines musicales con Luis Abelardo Nuñez, nuestro más grande compositor de valses y marineras. “Fuco” dio su nombre al conjunto de música criolla “Los Mochicas” y es autor de la marinera “El cholo Chiclayo” y valses “Chiclayana tu” y “Cabecitas del ayer”, entre otras, que forman parte del repertorio de “Los Mochicas”.
La celebración de su centenario debería motivar a las autoridades de los gobiernos local y regional a recuperar su obra, organizar su divulgación y perennizarlo como su Hijo Predilecto.