Exmandatario libró al Perú de las garras del terrorismo
La noche del 17 de diciembre de 1996, hace 25 años, el embajador japonés en Lima Morihisa Aoki ofrecía una recepción en su residencia de San Isidro, en tributo por el onomástico del emperador nipón, Akihito.
Pasadas las ocho de la noche y tras una fuerte explosión, más de 700 invitados – diplomáticos, religiosos, militares, políticos, periodistas, artistas, entre ellos – fueron tomados como rehenes por 14 terroristas, premunidos de armas y explosivos, del autodenominado Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, con Néstor Cerpa Cartolini como cabecilla.
Ante la imposibilidad de mantener bajo control a tal cantidad de personas, los terroristas fueron dejando en libertad a los secuestrados manteniendo, al final, a un grupo de 72 de ellos, retenidos contra su voluntad y bajo amenaza de muerte.
Para liberarlos, exigían la excarcelación de 400 emerretistas que purgaban condena por la comisión de delitos por terrorismo. Luego, debían ser trasladados a Cuba.
REACCIÓN INMEDIATA
El gobierno del ingeniero Alberto Fujimori, en inmediata reacción, formó la I Brigada de Fuerzas Especiales, conformado por infantes de Marina y comandos del Ejército del Perú: 148 hombres con específica misión: liberar con vida a los rehenes de manos de la banda terrorista emerretista.
El cautiverio, en condiciones absolutamente inhumanas, se mantuvo por 126 días. Mediante un trabajo de inteligencia los comandos y los rehenes, articularon una estrategia de escucha a través de micrófonos ocultos en objetos que fueron introducidos a la residencia.
RÉPLICA
Fujimori ordenó construir una réplica de la residencia que sirvió para simular la estrategia de rescate. Hoy, esa instalación es una casa museo que guarda detalles de esta hazaña militar, que es catalogada como una de las Más exitosas realizadas en el planeta.
El 22 de abril de 1997, a las 3:23 p.m, los comandos empezaron a desarrollar la operación de rescate.
En ella perdieron la vida los oficiales E.P Juan Valer Sandoval y Raúl Jiménez Chávez. Balas disparadas por los terroristas los mataron. La misma suerte corrió el magistrado del Poder Judicial, Carlos Giusti Acuña.
CHAVÍN DE HUÁNTAR
Se llamó Operación Chavín de Huántar por la cultura precolombina que se desarrolló en el actual departamento de Áncash, y el Centro ceremonial que presenta una intrincada red subterránea de túneles, tomada como referencia para hacer lo propio bajo la residencia y por la que los comandos ingresaron a ella, para cumplir su misión.
Los túneles y corredores subterráneos fueron hechos por un grupo de mineros de experiencia.
Para nuestra historia, la Operación de Rescate Chavín de Huántar no solo recuperó la libertad para los secuestrados en la residencia sino que, también, liberó a nuestro país que había sido tomado de rehén por la insania terrorista.
RECUERDO
Fujimori, pocos meses antes de su deceso, contó detalles de la que ocurrió en aquella época.
“A dos décadas de la toma, me siento satisfecho del manejo de la crisis y orgulloso del arrojo de nuestros soldados. ¡Viva el Perú!”, manifestó el exmandatario.
En su mensaje, recordó que los terroristas liderados por Néstor Cerpa Cartolini pedían la liberación de presos del MRTA y otras exigencias relativas al cambio del modelo económico del gobierno, que él rechazó.
Según dijo, fue el comandante del Ejército Roberto Huamán Azcurra, quien le avisó de la toma de la residencia del embajador japonés, en San Isidro. “Entre las más de 700 personas que se habían convertido en rehenes, se encontraba mi madre y mi hermana”, comentó el ex mandatario.
“Los emerretistas amenazaron con darle un tiro al canciller de la República Francisco Tudela en un plazo de 30 minutos. Pero intuía que no se atreverían a hacerlo. No lo hicieron”, también recordó. Asimismo, explicó diferencias de posiciones respecto a la crisis de entonces con el gobierno japonés.
PRIMER PLAN
En tanto, Fujimori señaló que había bosquejado un primer plan llamado “Papá Noel” a ejecutarse el 24 de diciembre a medianoche, pero quedó descartado pues se había planteado que militares ingresen por las ventanas del inmueble cuando las lunas eran blindadas.
Luego, “en una reunión en el SIN (Servicio de Inteligencia Nacional) con tres coroneles del Ejército” se le explicó otro plan para ingresar mediante la colocación de dinamita sobre las paredes, pero también desestimó esta iniciativa al conocer que podrían resultar fallecidos el 30% de rehenes.
Más adelante, Alberto Fujimori cuenta que la operación que finalmente se ejecutó, denominada Chavín de Huántar y que consistió en realizar el rescate militar a través de túneles bajo la residencia del embajador, la esbozó “durante un sueño”.
“Recuerdo claramente cómo en un sueño se me revelaron los túneles de Chavín de Huántar. En ese momento comprendí que no podíamos limitarnos a las paredes de la residencia, debíamos explorar nuevas vías debajo del suelo. Así comenzó la planificación y construcción anticipada de lo que sería nuestra ruta hacia la libertad”, agregó Fujimori.
DECISIÓN
El expresidente Alberto Fujimori relató con firmeza que tras agotar todos los medios diplomáticos y las negociaciones con los miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), el momento crítico se presentó cuando la seguridad de los rehenes pendía de un hilo. En ese instante crucial, fue él quien dio la orden de iniciar la operación, asumiendo la responsabilidad de salvaguardar las vidas de los cautivos.
“Esta determinación no fue tomada a la ligera. Previo a ello, agotamos todos los recursos pacíficos, incluyendo los diálogos con los representantes del MRTA. Sin embargo, ante el inminente riesgo de vida para los rehenes, no quedaba otra opción que dar inicio a la operación”, continuó el exmandatario
Al recordar el momento en que dio la orden de proceder con la Operación Chavín de Huántar, expresó el abrumador peso de la responsabilidad que recayó sobre él en ese instante. Al pronunciar las palabras “procedan, procedan”, concluyó Fujimori.
COMANDOS
Desde la perspectiva de los comandos, el día del rescate estuvo marcado por una mezcla de emociones. Para el general de brigada EP, Rubén Castañeda Layseca, quien acababa de casarse, el apoyo de su esposa fue fundamental para enfrentar la tarea que tenían por delante.
Para el contralmirante AP, Carlos Tello Aliaga, la amistad con uno de los oficiales caídos en el asalto añadió un peso emocional adicional a la misión. Y para el general de división EP, Óscar Luis Calle Pérez, la sensación de deber cumplido se mezcló con el dolor por la pérdida de un compañero.
“Recién me había casado con mi esposa, le dije que me venía al trabajo y que nos habían citado, y ella entendió felizmente. Ella también es militar, sabe cómo es el trabajo. Creo que por ahí he tenido bastante apoyo”, dijo Castañeda Layseca.
En medio de la adrenalina y el temor, los comandos se lanzaron valientemente hacia su objetivo, sabiendo que estaban preparados para enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Para ellos, la operación no solo representaba la liberación de los rehenes, sino también la esperanza de un futuro en paz para su país.
“Yo estuve a cargo de la activación de las cargas subterráneas para el inicio de la operación. Definitivamente, nosotros confiamos en nuestra capacidad y nuestro entrenamiento, pero siempre había nerviosismo, sobre todo entre los más jóvenes. Tenía una amistad muy estrecha con Juan Valer, fue mi amigo y bueno, éramos los que poníamos un poco la chacota en el grupo”, contó Tello Aliaga.
Antes de la incursión, sabía que había llegado el momento para el cual nos preparamos siempre, para responder al llamado de la patria. Eran días, mañanas, tardes y noches completas que entrenamos constantemente en las técnicas propias para este tipo de operación.
“La adrenalina al 100%, el temor por perder la vida presente, pero en el instante del momento cero y de la primera explosión, solamente quedaba cumplir la misión. Salimos emergiendo del túnel, corrimos raudamente hacia la misión y cumplimos con la tarea encomendada: liberar a los rehenes y con ello darles la esperanza necesaria para que podamos vivir en paz”, expresó Calle Pérez.