Primera decisión de Castillo en política exterior es un error monumental

El Ministerio de Relaciones Exteriores suscribió un comunicado conjunto a través del cual restablece las relaciones con una inexistente entidad llamada República Árabe Saharaui Democrática, cuyos campamentos se encuentran en el sur de Argelia, en una ciudad llamada Tinduf.

Con esta primera decisión, inoportuna y fuera de lugar, que se consideraría por cualquier experto en relaciones internacionales un error monumental, el Gobierno de Perú Libre acaba de ridiculizar internacionalmente a nuestro país.

Mientras que el pueblo peruano sigue a la espera de que el presidente de la República se pronuncie sobre el cuestionado Iber Maraví, sobre el titular de la PCM, Guido Bellido, sobre el nuevo jefe de la DINI, o sobre la entrada del fundador de Movadef, Tito Rojas, a Palacio de Gobierno, el Ejecutivo decide dar un golpe a su tradicional diplomacia como país democrático, que obra a favor de la paz y la seguridad internacionales.

Nadie podría entender cómo este Gobierno ha tomado esta primera decisión internacional, en un contexto donde hay otras prioridades estratégicas urgentes y otras de carácter regional mucho más importantes para nuestro país y para todos los ciudadanos peruanos.

La cuestión del Sáhara es un asunto que está siendo tratado exclusivamente bajo los auspicios de las Naciones Unidas, donde el Perú siempre ha mantenido una posición de apoyo a los esfuerzos del secretario general de la ONU para resolverlo. Tras esta lamentable decisión, el Perú acaba de tomar partido en un diferendo que obviamente está muy lejos de sus prioridades y que responde a una ideología caduca de la era de la guerra fría.

¿Quién está detrás de este monumental error en la política exterior peruana?   

¡Noticia lamentable! Es el chileno Esteban Silva Cuadra quien maquinó todo este triste episodio de la política exterior de nuestro “soberano” país.

Según fuentes muy cercanas al tema, gracias a él se fraguó la sorpresiva e indebida decisión del presidente Castillo de restablecer las relaciones con una guerrilla que recluta y adiestra a niños como soldados, que envía a sus elementos terroristas como mercenarios en los países del Sahel para operaciones subversivas y de desestabilización de la región, que viola sistemáticamente todos los Derechos Humanos de las poblaciones de los campamentos de Tinduf situados en Argelia, un frente que llama a la guerra tras poner fin hace unos meses al Alto el Fuego acordado en 1991 con Marruecos.

El Perú de Castillo ha restablecido relaciones diplomáticas con una organización separatista cuyos dirigentes tienen pendientes varios juicios ante los tribunales españoles presentados por la Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo, por actos de terrorismo y piratería que afectaron a más de 300 familias españolas reconocidas como víctimas del terrorismo al mismo nivel que las víctimas del Grapo o ETA.

El mismo presidente de la inexistente Republica Saharaui, Brahim Ghali, es acusado ante la audiencia Nacional española por crímenes de lesa humanidad, genocidio, tortura y violencia sexual, entre otros.

Si este restablecimiento de relaciones es la decisión más urgente e importante para el Gobierno actual, desgraciadamente va en contra sentido, ya que la nueva dinámica en la cuestión del Sahara se caracteriza hoy en día por un mayor apoyo al carácter marroquí sobre este territorio y un mayor número de retiro del reconocimiento de esta falsa república por muchos países como es el caso de Bolivia, el Salvador, Guyana, entre muchos otros.

De hecho, esta presunta entidad no está reconocida por ninguna de las grandes potencias democráticas a nivel internacional: No está reconocido ni por la ONU, ni la Unión Europea, ni los Estados Unidos de América, ni las potencias de Latinoamérica cómo Argentina, Brasil, Chile o Colombia, ni las de África ni en Asia.

Además de las sucesivas rupturas de los vínculos diplomáticos, se destacan los reconocimientos expresos a la soberanía marroquí sobre sus provincias del sur con las aperturas de 30 Representaciones Consulares de países en las ciudades de Laayoun y Dajla, y los anuncios de apoyo a la Iniciativa de autonomía marroquí.

Apoyar a un grupo separatista basándose en el principio de autodeterminación de los pueblos es un error monumental, puesto que este principio no es correlativo a la independencia o de la organización de un referéndum. Contrariamente a la interpretación restrictiva que hacen algunos regímenes a este principio, la doctrina de la ONU en la materia contempla varias opciones para la autodeterminación y que son: la integración, la asociación o toda otra solución política libremente decidida a parte de la independencia.

Esta decisión extremista de nuestro Gobierno no solamente va a dañar las buenas relaciones que mantiene el Perú con Marruecos, sino también con los demás países árabes considerados socios estratégicos del país norafricano, único país que cuenta con una destacada presencia como miembro observador en las organizaciones regionales en Latinoamérica.

El Gobierno de Pedro Castillo ha permitido con esta pésima decisión la instrumentalización ideológica de la diplomacia peruana. La soberana diplomacia del Perú está hoy en duelo.


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