El socialdemócrata Bernardo Arévalo asumió finalmente en la madrugada del lunes la presidencia de Guatemala tras un boicot judicial que mantuvo en vilo al país por siete meses
Desde el balcón del Palacio Nacional, ubicado en el centro de la capital, Arévalo hizo un llamado a los guatemaltecos para que lo acompañen en su gestión, con el objetivo de rescatar las instituciones del país de la «corrupción» y trabajar hacia el desarrollo social en esta nación centroamericana empobrecida.
«Inician hoy cuatro años de un mandato que seguramente estará marcado por una serie de obstáculos, muchos de los cuales no podemos prever en este momento», admitió. «Sabemos que el cambio puede ser difícil», agregó.
Bernardo Arévalo, sociólogo, exdiplomático y filósofo de 65 años, declara que su gobierno se verá «en la necesidad de tomar decisiones difíciles» y enfrentará «momentos de duda y temor».
«En los próximos años, la tentación de confrontar y aumentar nuestras diferencias será recurrente. Este periodo conllevará la posibilidad de cometer errores», recalcó.
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No obstante, reiteró su compromiso de «transformar», no solo las instituciones del Estado, sino también la «realidad cotidiana» de los guatemaltecos.
Corrupción: la lucha inmediata
Bernardo afirmó que se enfrentará a «desafíos monumentales para erradicar las prácticas de corrupción que han permeado» al país, y que están presentes en la Fiscalía, tribunales, parlamento, gobierno, alcaldías y otras instituciones públicas.
«Debemos superar obstáculos significativos para liberar al Estado de aquellos que lo han capturado durante años, utilizándolo como botín propio», señaló.
Pero Jordán Rodas, exprocurador de derechos humanos, exiliado en Washington, aseguró que será una tarea difícil. «Va a estar nadando en un pantano, dentro de una fauna salvaje, herida también», aseguró a los medios de comunicación.
«No hay que pestañear, porque los políticos criminales no cejan en sus intentonas ilegales y antidemocráticas», advirtió Carmen Aída Ibarra, del movimiento ciudadano ProJusticia.