Presidente Fernández saludó el acuerdo con el FMI.
El mandatario de Argentina, Alberto Fernández, ha declarado este viernes una “guerra contra la inflación”. Es la enésima que inicia el territorio sudamericano, constantemente sin triunfo. Esta vez, espera Fernández, va a ser distinto.
El jueves, el Congreso argentino aprobó el consenso con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar la deuda de 45.500 millones de dólares contraída en 2018 por el régimen de Mauricio Macri. El mandatario tomó la decisión de entonces relanzar su régimen con la vista puesta en el problema que más altera el humor de los argentinos. El IPC de febrero subió 4,7% con respeto al mes anterior y un 52,3% interanual. El grueso de los aumentos se concentró en los alimentos, con una subida promedio de 7,5%.
Los argentinos esperaban en la noche de viernes que Fernández presentase un paquete de medidas contra la inflación. Empero el mandatario se limitó a ofrecer lineamientos en general, con la promesa de que los detalles van a ser anunciados después por sus ministros. “Llevamos 10 años seguidos con una inflación de 2 dígitos. Una vez que asumí mis funcionalidades en el último mes del año de 2019, Argentina registraba una inflación que orillaba el 54% anual”, rememoró. No le ha ido mejor a Argentina a partir de entonces. La subida del IPC ha sido del 36% en 2020 y regresó a dispararse hasta el 50,9% en 2021, con la reactivación que siguió a la enfermedad pandémica. Fernández dijo esta noche que la invasión de Rusia a Ucrania complicará todavía más las cosas.
“El costo interno del trigo que se usa para el pan, que se estaba comercializando alrededor de los 26.000 pesos por tonelada anteriormente del 20 de febrero, se elevó velozmente a valores mejores a los 30.000 pesos apenas iniciado el problema, y en los últimos días supera los 35.000 pesos por tonelada”, lamentó. Se comprometió entonces a “proteger de aquellas secuelas económicas a la mesa de los argentinos”.
La receta es una suma de medidas ya conocidas, inclusive varias ya en vigencia, como una canasta de alimentos con costos máximos. La novedad fue la construcción de un fideicomiso que se usará para desacoplar el costo mundial del trigo con el del mercado interno.
