Por Andiolo Zevallos
Las armas químicas han ocasionado más de 1 millón de muertes en el mundo. Rusia y EE.UU, son poseedores y saben de sus efectos. Además, estos países y otros que forman parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, fabrican el 90% de las armas que se utilizan en la guerra que desangra Siria.
Hace 4 días, EE.UU. y sus aliados dispararon 103 misiles contra Siria, supuestamente en represalia por el uso de armas químicas para aniquilar una población civil en Dumas.
Las armas químicas sirven para matar, herir o incapacitar silenciosamente al enemigo. Fueron utilizadas en la Primera Guerra Mundial, en la guerra entre Irán-Irak, y Vietnam, en la que el “agente naranja”, utilizado por los EE.UU, provocó cáncer y malformaciones a cientos de miles de personas.
La guerra civil en Siria, ha revivido el interés por las armas químicas. Bautizadas como ‘bombas nucleares de los pobres’, esto porque requieren una inversión relativamente baja y pueden provocar efectos psicológicos irreparables.
“Esta malvada y despreciable agresión no es obra de un hombre, fueron los crímenes de un monstruo”, declaró Donald Trump, al momento de anunciar que mantendrá el pulso firme hasta que Siria abandone el uso de las armas prohibidas.
Paralelamente, sus naves bombardeaban Siria, golpeando seriamente un centro de investigación militar, bases estratégicas en Damasco y el laboratorio de investigación de armamentos.
En esta guerra, que ya lleva 7 años, llamada también “mini guerra mundial”, han participado 20 naciones, que por uno u otro motivo se han visto envueltos. Rusia, que defiende al dictador Bashar al Asad, provee armas y apoyo logístico, bombardea frecuentemente zonas rebeldes. Estados Unidos, por su parte ha realizado más de 11.000 ataques aéreos contra posiciones de Estado Islámico.
Fuerzas del Reino Unido, atacaron los pozos petroleros; Francia entregó armas a los rebeldes; Canadá, Australia, Holanda, Irán, Turquía, Arabia Saudita, Israel, Bahréin, Jordania, Alemania, Noruega, Libia e Irak, tienen y tuvieron su participación.
Siria es una plataforma estratégica en el Oriente Medio, donde chocan los intereses de EE.UU. y Rusia. Este año, el dictador Bashar al Assad, producirá 70.000 barriles de petróleo y 19 millones de metros cúbicos de gas por día; para el año 2019, las proyecciones son 219.000 barriles de petróleo y 24,5 millones de metros cúbicos de gas diarios; con apoyo de Vladimir Putin.
En Siria, la guerra está dejando huellas imborrables. Hoy es un país devastado, que registra 470.000 muertos, 7 millones de desplazados, 6 millones de refugiados y 13 millones que dependen de la ayuda humanitaria. El Banco Mundial, refiere que el costo de la guerra llega a los $ 226,000 millones de dólares.