Por Francisco Chirinos Soto
Tal como ocurre en la ciudad del Vaticano, desde hace ya varios siglos, que al elegirse un nuevo Papa sale por una chimenea la célebre “fumata bianca” -humo blanco- tal debe estar sucediendo, aunque simbólicamente, en la Casa de Pizarro, al estar asumiendo la suprema jefatura del Estado el señor Martín Vizcarra. Problemas los hubo hasta para la elaboración de la resolución en que se aceptaría la renuncia. Ello incluyó una delirante amenaza del ex–Presidente Pedro Pablo Kuczynski en el sentido de retirar su carta de renuncia. Mal podía hacerlo porque la renuncia se trató, al mismo tiempo, de una determinación irrevocable y desesperada, como el célebre poema de Neruda.
Entiendo, pues, que salió el humo blanco y que, por tanto, Presidente Habemus desde ayer hasta el 28 de julio del año 2021, ya que al señor Vizcarra le corresponderá completar el período de cinco años para el cual fue elegido conjuntamente con el Presidente renunciante y con la segunda vicepresidenta, doña Mercedes Aráoz, quien ahora de manera automática, pasa a ocupar la primera vicepresidencia de la República. Supongo que la señora Aráoz habrá aquietado esos impulsos de renuncia que exhibió inexplicablemente hace unos días, mientras su compañero de fórmula, el señor Vizcarra, guardaba una silenciosa y prudente compostura.
Ahora las cosas han transitado por donde debían hacerlo. El apartamiento del ex–Presidente Kuczynski caía por su propio peso y tuvo por objeto exclusivo evitar el pronunciamiento de vacancia por incapacidad moral con que el Congreso iba a fulminarlo con más de un centenar de votos.
Alrededor de este tema, los comentaristas y politólogos –esos científicos, serios o charlatanes, que reclaman para sí la especialidad en las ciencias políticas-, han dicho de todo, bueno y malo, cierto y falso. Se ha llegado a sostener, por ejemplo, que la renuncia excluye la vacancia. Falso. La renuncia es una de las causales de vacancia, según el artículo 113° de la Constitución, que contempla también la incapacidad moral o física del Jefe del Estado como otra causal de vacancia. Entonces, pues, lo que declaró ayer el Congreso fue la vacancia por renuncia. Muchos comentaristas se referían a PPK como el “todavía Presidente”. Igualmente falso. Ya no era Presidente porque había renunciado. La aceptación de su renuncia constituía una simple formalidad y así fue. Palabras más o palabras menos, se aceptó la renuncia, pero ya Kuczynski había dejado de ser Presidente cuando su carta de renuncia llegó a la Oficialía Mayor del Congreso Nacional.
Minutos después de las once de la mañana de ayer, la renuncia fue finalmente aceptada y se procedió a convocar al Primer Vicepresidente, señor Martín Vizcarra, para que asuma el cargo de Presidente de la República, tras prestar el juramento que exige la Constitución. El nuevo titular se ha dado a sí mismo un plazo de diez días para tener formado su gabinete ministerial y proceder a la respectiva juramentación. Como viene la Semana Santa, podemos pensar que en los primeros días de abril estará ya formado y juramentado el nuevo equipo de gobierno el cual, por su parte, y en cumplimiento del mandato constitucional, deberá comparecer ante el Congreso a fin de exponer la política general que se propone desarrollar el Gobierno y recabar, como corresponde, el voto de confianza de la representación nacional.
Este trámite de comparecencia y voto de confianza es una figura típica de los regímenes parlamentaristas. No sé, a propósito, por qué se empeñan otros comentaristas en afirmar que nuestro sistema político es presidencialista. No hay tal. Podrá admitirse que es un sistema mixto, entre parlamentario y presidencial. Pero no es un sistema presidencial o presidencialista puro, ni mucho menos.