Nos referimos, satíricamente, -con perdón de nuestros lectores-, al frustrado partido entre las Selecciones de Argentina e Israel, el cual debía llevarse a cabo, en Israel, este sábado 9, en horas de la noche, después de terminada la observancia del Shabbat, (desde el viernes en la tarde, hasta el sábado por la tarde y cuyo sentido es el de “dejar descansar la naturaleza”).
Pequeños grupos, (menos de 100 personas), tanto en Barcelona como en Buenos Aires, comenzaron a vociferar y a quemar banderas de Israel, como también, imitaciones de la camiseta de Leo Messi, el gallardo “crack” tanto de la selección Argentina, como del Barça, agregándole a las camisetas, pintura roja, simbolizando –obviamente- sangre. Advirtiendo, que de jugarse el mencionado encuentro, peligraría la vida de los familiares de Messi (esposa, hijos, etc.)
La verdad es que hay “libertad” de manifestarse, pero cuando la manifestación ofrece como “plato principal”, asesinatos, los Departamentos de Policía, de Buenos Aires y Barcelona, NI SE MOSQUEARON.
Oportunidad perdida por ésas autoridades, ya que podrían haber investigado, si los pocos manifestantes querían “joder la vida” o si realmente formaban parte de un grupo terrorista.
Israel ya le había entregado a la AFA (Asoc. de Fútbol Argentino), la suma de 2 millones de dólares. Dineros que salieron de la venta de publicidad y venta de boletería, para ese particular partido, donde, repetimos, habría de enfrentarse la gran Selección Argentina (ésta y exactamente ésta), en su ruta hacia el Mundial de Rusia.
Es de elemental lógica, que jugar ese encuentro, en fecha posterior al Mundial, perdería el potencial comercial, a menos que Argentina lograse –una vez más- la Copa de este Mundial.
La cuestión es que sin mediar ningún tipo de diálogo entre la Selección Argentina y la de Israel, los argentinos, unilateral y arbitrariamente, decidieron no cumplir con el Contrato, por causa de las amenazas de muerte, que 70 personas tanto en Buenos Aires como en Barcelona, lanzaron contra el famoso “10” y su familia.
Si bien es cierto, que cualquiera de nosotros preferiría salvar su vida antes que arriesgarse, también es evidente, que no se produjeron consultas entre los equipos, que garantizaran que los estamentos de seguridad israelíes, velarían por el impecable bienestar y protección de los argentinos.
Pero voy a hacer de “Abogado del Diablo”: Digamos que en Israel no le tocan un pelo ni a Messi ni a la Selección. ¿Y después, quién los protege durante el Mundial? ¿Y después del Mundial, quién protege de un atentado, a Messi o a cualquiera de la Selección?
Lo cierto, es que en todo el mundo, nadie, –pero nadie-, abrió la jeta, ni los de la ONU, ni los de la FIFA, ni los de los Derechos Humanos, ni la Unión Europea, ni los países musulmanes, etc., etc. ¡Absolutamente nadie! No por el Fútbol en sí, sino en cuanto a las amenazas y al terrorismo y más, tratando de empañar, deslustrar y MANCHAR CON SANGRE, una actividad deportiva.
Pero esos manifestantes, pueden ser de la misma cochada que durante los Juegos Olímpicos de 1972, en Múnich, asesinaron impunemente a once deportistas –desarmados-, una masacre- realizada por el grupo Septiembre Negro, liderado por el egipcio Yaser Arafat.
Los argentinos no quieren devolver el dinero. Proponen –chiste cruel- jugar en Noviembre. Sin saber qué tan evaluada o devaluada, comercialmente hablando, puedan estar Messi o la Selección Argentina después del Mundial.
La situación es desde luego preocupante, porque quiérase o no, por más que el mundo vuelva el rostro hacia otro lado, cada vez el mundo, “pela el cobre” contra Israel, por situaciones insulsas, ajenas de contexto y contenido, pero que no son más que un disfrazado antisemitismo.
Ya que tan pocas personas produjeron semejante resultado, ¿Qué tal ahora, que amenacen al canta-autor colombiano Carlos Vives, que está por presentarse muy pronto, en los escenarios de Israel?