Un equipo de alpinistas encontró una bota atribuida a Andrew Irvine, quien desapareció en 1924 mientras escalaba el Everest.
El mes pasado, un equipo de alpinistas que filmaba un documental para National Geographic hizo un inesperado hallazgo en el glaciar Rongbuk, en la cara norte del Everest. Entre el hielo derretido apareció una bota, que se cree perteneció a Andrew Comyn «Sandy» Irvine, un joven alpinista británico que desapareció en junio de 1924 mientras intentaba alcanzar la cima del monte Everest junto a su compañero George Mallory.
La noticia sorprendió a la familia de Irvine, que ya había perdido la esperanza de encontrar rastros de él. «Fue un momento extraordinario», comentó Julie Summers, sobrina nieta del montañista, al recordar cómo su familia conservó durante décadas el recuerdo de aquel joven que emprendió una de las expediciones más emblemáticas del siglo XX.
El descubrimiento fue liderado por el reconocido aventurero Jimmy Chin, quien explicó que la media hallada en el interior de la bota tenía bordadas las iniciales «A.C. Irvine», lo que proporciona una alta probabilidad de que el calzado efectivamente perteneciera al montañista. Chin, ganador del Oscar por el documental Free Solo, describió el hallazgo como un «momento monumental» que podría ser clave para resolver si Irvine y Mallory lograron ser los primeros en llegar a la cumbre del Everest, 29 años antes de que Edmund Hillary y Tenzing Norgay lo consiguieran en 1953.
Lee también:
Luis Advíncula podría recuperarse para el partido contra Brasil
La búsqueda del cuerpo de Irvine y su cámara ha sido objeto de numerosas expediciones a lo largo de los años. Según la leyenda, Irvine portaba una cámara con una película sin revelar que, de ser encontrada, podría contener una fotografía que confirmara si ambos alpinistas lograron alcanzar la cima.
El equipo de Chin decidió llevarse la bota, preocupados por la presencia de cuervos en la zona. Los restos fueron entregados a las autoridades chinas, responsables de la administración de la cara norte del Everest.
Para los familiares, el descubrimiento trae alivio, pero también revive preguntas sin respuesta. Si bien la posibilidad de encontrar la cámara mantiene vivo el misterio, Julie Summers cree que lo esencial es honrar la valentía de Irvine y Mallory. «Si llegaron o no a la cima, lo que realmente importa es hasta dónde llegaron y lo valientes que fueron», concluyó Summers.