¿Qué son y dónde se originaron las bibliotecas públicas?
Entre las instituciones más antiguas y respetadas que existen en diferentes culturas se encuentran, sin dudas, las bibliotecas. Para muchas personas, asistir a uno de estos recintos es gratuito y en ellos se puede disfrutar de diferentes servicios. A este tipo de espacios, abiertos para todos los miembros de la comunidad, se le conoce como bibliotecas públicas.
Los libros y demás documentos que albergan las bibliotecas son los instrumentos del saber más conocidos por todos, incluso en la era del internet. Son tan relevantes en la cultura popular que han sido temas recurrentes en tragamonedas y otros juegos en línea. Una gran muestra de estas dinámicas se encuentra en el casino Awintura, disponible en la web peruana. Aun así, muchos —quizás los más jóvenes— todavía se preguntan para qué existen las colecciones de libros impresos abiertas a todos y desconocen su rica historia.
En las siguientes líneas nos dedicamos a desentrañar todo lo que significan las bibliotecas públicas, así como sus orígenes y cómo han evolucionado con el transcurrir de los siglos.
¿Qué son las bibliotecas públicas y cuál es su función?
Una biblioteca pública es un recinto donde se concentran colecciones de libros, publicaciones periódicas y otro tipo de documentos de valor cultural. Están abiertas para todos y cualquier persona —sin distingo de raza, género, edad o clase social— puede acudir a ella y disfrutar de los servicios que ofrece. Su función principal es divulgar los saberes de distintas ramas del conocimiento y garantizar el acceso de la comunidad a ellos.
Funciona, al igual que otras bibliotecas, archivando los documentos mediante un orden preestablecido. Estos pueden consultarse in situ o extraerse de las instalaciones si se es miembro adscrito a la institución y se cumplen una serie de normas para evitar pérdidas de materiales. De esta forma se garantiza que, en un futuro, otras personas puedan consultarlos.
Las bibliotecas públicas, más que centros que albergan libros, son puntos de encuentro para las comunidades. Ellas se distinguen de otro tipo de bibliotecas (universitarias, escolares, especializadas, nacionales, etcétera) porque están financiadas por el estado o algún ente de carácter público. Asimismo, están a cargo de juntas que sirven a intereses de la comunidad en la cual se encuentran.
Una de sus principales características es que no solo albergan información, sino prestan sus espacios para la realización de diferentes actividades culturales en beneficio de los habitantes de las zonas circundantes. Por ejemplo, talleres, foros, charlas de todo tipo, lecturas grupales, etc. Tienen un papel fundamental en la alfabetización de niños y adultos.
De la misma manera promueven el hábito de la lectura en personas de cualquier condición y la instrucción de los menos favorecidos. Ellas deben estar nutridas con documentos en braille e instalaciones aptas para que todos puedan recorrerlas con facilidad.
Los orígenes de las bibliotecas, ¿qué tipo de documentos albergaban?
Tal como ya hemos asomado, las bibliotecas públicas son instituciones milenarias. Los antepasados más remotos de estas se encontraban en Mesopotamia, alrededor del año 3000 a. C. En ese entonces no existían los libros, ni siquiera las escrituras en papel, sin embargo, ya el ser humano plasmaba la información que se consideraba trascendental para el futuro en tablillas de arcilla.
Así, pues, existían recintos públicos que albergaban dichas lozas con escrituras cuneiformes que registraban actividades administrativas, transacciones comerciales o hechos religiosos, históricos y políticos relevantes.
Paralelamente, en el Antiguo Egipto también existían espacios destinados a archivar documentos. Ya en la Grecia del siglo VIII a. C., con el desarrollo del alfabeto occidental y la existencia del papel, se comenzó a dar difusión a las fuentes del saber y las bibliotecas. De hecho, la palabra misma deriva del vocablo griego bibliotheke, que significa aproximadamente caja o estante de libros.
Pero fueron los romanos y los islámicos, alrededor del siglo V, quienes inauguraron las primeras bibliotecas públicas conocidas. En ambos casos, las personas podían acceder y consultar documentos de interés público y estaban gestionadas por gobernantes. Con la expansión de la religión judeocristiana, la cultura y las bibliotecas, estuvieron gestionadas por la Iglesia y los monasterios.
Desde la creación de la imprenta a la actualidad
El siglo XV se vio revolucionado por el nacimiento de la imprenta, atribuida al inventor alemán Johannes Gutenberg. A partir de entonces comenzaron a reproducirse libros con mucha mayor facilidad de lo que podían hacer los escribas o monjes en épocas anteriores.
Esto dio pie al establecimiento de bibliotecas, privadas y públicas, en Francia, Austria, Baviera, España, Inglaterra y otros países. Entre ellas destacan instituciones como la Biblioteca Angelica (Roma), la Biblioteca Ambrosiana (Milán) y la Bodleian Library (Oxford). Todas estas estaban abiertas a cualquier “erudito”.
La primera biblioteca pública en tierras americanas fue la Palafoxiana, fundada en la ciudad de Puebla, México, en 1646. Posteriormente, en el siglo XIX nacieron en Europa las bibliotecas populares, que son las antecesoras directas de las bibliotecas públicas actuales. Estas cumplían la función de educar a los menos favorecidos de forma libre, es decir, fuera de las academias.
La mayoría de las bibliotecas públicas actuales se enfocan en prestar sus servicios a comunidades específicas, aunque los visitantes tienen libre acceso a ellas. Están ampliadas con recursos en línea y nuevas tecnologías, en sintonía con la modernidad.
