El primer examen científico a los huesos de Hitler ha echado por tierra la teoría de la conspiración que afirma que huyó a Argentina y murió de viejo. Ahora se sabe a ciencia cierta que murió el 30 de abril de 1945 en su búnker de Berlín, con su compañera Eva Braun.
Hace dos años se terminaron las teorías conspirativas relacionadas a la muerte de Adolf Hitler. Si bien muchos seguirán sosteniendo que el líder nazi vivió en Argentina o falleció de anciano escondido en algún rincón del mundo, un estudio sobre los restos de su dentadura y su cráneo confirmó que el genocida alemán se suicidó en 1945 en Berlín.
«Los dientes son auténticos, no cabe duda. Nuestro estudio prueba que Hitler murió en 1945«, indicó el profesor Philippe Charlier. «Ya podemos parar todas las teorías conspirativas sobre Hitler. No se fue a Argentina en un submarino, no está escondido en una base en la Antártida ni en el lado escuro de la Luna», ironizó.
El estudio, del cual Charlier es el coautor junto a cuatro otros investigadores, fue publicado en 2018 por revista científica European Journal of Internal Medicine. El análisis de la mala dentadura de Hitler y de varias piezas que se conservan en Moscú no encontró ningún rastro de carne, ya que el dictador nazi era vegetariano.
En marzo y en julio de 2017, los servicios secretos rusos FSB y los archivos estatales rusos autorizaron a un equipo de científicos a examinar los huesos del dictador, por primera vez desde 1946, contó el experto.
El equipo francés pudo estudiar un fragmento del cráneo que fue atribuido al «Fuhrer», que tenía un agujero en el lado izquierdo que probablemente fue provocado por el impacto de la bala. Si bien los científicos no pudieron tomar muestras de ese fragmento, su morfología correspondía con las radiografías del cráneo de Hitler tomadas antes de su muerte, estimó el estudio.
La investigación confirma la versión generalmente aceptada de que Hitler murió el 30 de abril de 1945 en su búnker de Berlín con su compañera Eva Braun, y además entrega nuevas informaciones sobre las causas exactas de su muerte, indicó Charlier.
«No sabíamos si había usado una cápsula de cianuro para darse muerto o una bala en la cabeza. Son muy probables ambos», dijo. El análisis de los dientes no encontró ningún rastro de pólvora, lo que indica que el revólver no entró en la boca y que más probablemente fue apuntado al cuello o a la frente.
Además, los depósitos azulados en sus piezas de dentadura postiza podrían indicar «que hubo una reacción entre el cianuro y la dentadura«, dijo Charlier, un especialista en medicina legal y antropología que también participó en el análisis del corazón momificado de Ricardo Corazón de León.
La dura autorización
El análisis de los restos se realizó entre marzo y julio de 2017, después de una autorización del Archivo General de la Federación Rusa (Garf) y el Servicio Federal de Seguridad (FSB), quienes tienen la custodia de los restos. Se trata del primer examen científico a los huesos del “Fuhrer” desde 1946.
“El acceso fue largo y fastidioso, pero gracias a las autoridades del Garf y del FSB, fue posible un acceso directo, con la posibilidad (en el caso de los dientes) de realizar muestreos y análisis posteriores”, explica Charlier.
Pese a las dudas sobre la autenticidad de los restos, el investigador asegura que estos pertenecen a Hitler, por la particular morfología de su prótesis dental, la forma del hueso y los dientes “muy particular, única y compleja”, dice. “Ahora podemos estar absolutamente seguros de que pertenecen a Hitler. Su estado de uso y conservación son similares a cómo lucían en 1945. Respecto del fragmento de cráneo, solo podemos decir que morfológicamente es compatible con el de Hitler, pero sería necesario comparar su ADN con los dientes”.
Teorías de la conspiración
La versión oficial de la muerte de Hitler es que el líder nazi se suicidó, junto a su esposa Eva Braun, en 1945 en el búnker en el que resistió el avance de las tropas aliadas en Berlín.
Los cadáveres de ambos habrían sido incinerados posteriormente, lo que explicaría por qué no hubo restos. Pero para investigadores como Abel Basti, esta versión de los hechos es falsa. La correcta sería la de un escape de la pareja de Berlín y un posterior viaje en submarino hasta la Patagonia argentina.
«Allí se instalaron en una estancia a unos 15 kilómetros de Bariloche. En ese lugar pude obtener dos testimonios: el de la cocinera y una mujer que nació ahí», señaló el escritor argentino. «Yo lo que he trabajado se basa en testigos, personas que estuvieron con Hitler en Argentina, las cuales yo filmé para dejar el testimonio. Eso lo crucé con documentos de los servicios secretos (como del FBI y la CIA, que Basti afirma tener en su poder) y declaraciones públicas de funcionarios estadounidenses», agregó.
Según Basti, «lo más fantástico del escape es que la información pública de la época hablaba de esto, a tal punto que Stalin pide que Hitler sea enjuiciado en Nuremberg. También hay una declaración de Dwight Eisenhower, en 1952, donde dice que no hay prueba suficiente de que murió en el búnker de Berlín».