Por: Juan Sotomayor
El 1 de enero se dio inicio a la nueva gestión de las autoridades locales y regionales elegidas democráticamente el pasado mes de octubre. La expectativa es grande en cada distrito, provincia y región, pues los problemas también lo son. Y ante la realidad que cada nueva autoridad ha recibido, solo quedan dos opciones: quejarse de la herencia que han recibido o empezar a trabajar muy fuerte para revertir cualquier situación difícil que se les cruce en el camino.
Echar la culpa de todo a la anterior gestión es lo más común y lo más sencillo, pero no constituye ninguna solución e incluso resulta contraproducente para la nueva autoridad, pues si el objetivo es marcar la diferencia, ello lo obliga a ser mucho más eficiente y transparente que su antecesor. Si no lo es, los ciudadanos lo advertirán muy pronto, pues ellos eligen a una autoridad para que solucione los problemas, no para que se los explique. Además, serán los órganos de control los que determinen responsabilidad por los errores o deficiencias de las anteriores gestiones.
Cuatro años son muy cortos para resolver problemas cuyos orígenes se remontan a varias décadas atrás y cuya solución va más allá de la competencia municipal: La pobreza extrema, la inseguridad ciudadana, la informalidad en el comercio, en el crecimiento de las ciudades y en las edificaciones, el caos del transporte y la falta de respeto a la autoridad municipal, son asuntos que deben ser afrontados por los alcaldes y sus equipos. Sin embargo, deben ser conscientes que la solución no les corresponde únicamente a ellos.
Aquí hay una gran dificultad, pues siempre resulta antipático decir la verdad y hacerle ver a algunos vecinos que muchos de los problemas los originan ellos mismos. Por ejemplo, un joven drogadicto o delincuente tiene una familia que debió velar por ellos antes que cualquier autoridad; muchos servicios son deficientes porque hay vecinos que no tributan; mucha basura que contamina nuestras calles es arrojada por personas después que pasa el camión recolector. Y la lista puede ser interminable. Muchas cosas cambiarán en nuestras comunidades, el día que impere el respeto a los demás y dejemos de lado la criollada. Eso depende de todos, no sólo del Alcalde o el Gobernador Regional.