Las recientes inundaciones en Europa reflejan un patrón de desastres extremos, subrayando la necesidad de un cambio drástico en las políticas energéticas de cara a la COP29 en Bakú.
Las inundaciones que azotaron España la semana pasada dejaron un saldo de al menos 205 fallecidos y múltiples ciudades bajo el agua, evidenciando una crisis climática que se profundiza año a año. Este fenómeno extremo, catalogado como el más letal de su tipo en Europa en medio siglo, ha generado una alerta sobre la necesidad de una acción urgente y real para enfrentar el calentamiento global. Mientras se acerca la conferencia climática COP29, el llamado a los líderes mundiales es claro: hay que actuar ahora o enfrentar consecuencias aún más devastadoras.
Este desastre natural no solo pone de relieve la vulnerabilidad de las comunidades en todo el mundo, sino que también hace evidente el rol de los combustibles fósiles en el descontrol climático. A medida que la temperatura global aumenta, la atmósfera retiene más humedad, provocando tanto sequías prolongadas como lluvias torrenciales. En el caso de España, en menos de un día cayó el equivalente a un año de lluvia, fenómeno que, según expertos, se volverá cada vez más frecuente.
Para el doctor Ernesto Rodríguez Camino, meteorólogo español, estos eventos extremos que antes sucedían cada varias décadas ahora son parte de una tendencia alarmante. «La física climática del planeta se ha visto desestabilizada por las emisiones de gases de efecto invernadero. Mientras no detengamos el uso de combustibles fósiles, veremos cómo este tipo de desastres aumenta en intensidad y frecuencia», advirtió.
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Aunque la ONU ha emitido reiteradas alertas, la respuesta de muchos gobiernos sigue siendo lenta. A pesar de compromisos internacionales como el Acuerdo de París, el consumo de carbón, gas y petróleo continúa en niveles alarmantes. Los recientes anfitriones de las cumbres climáticas —Emiratos Árabes Unidos, Egipto y ahora Azerbaiyán— planean expandir su producción de combustibles fósiles, lo que cuestiona la efectividad de las reuniones climáticas si las naciones involucradas no muestran un compromiso real para reducir sus emisiones.
En palabras de Friederike Otto, directora de Atribución Meteorológica Mundial, «si no dejamos de quemar combustibles fósiles, los desastres naturales que estamos viendo ahora serán solo el inicio de lo que podría ser una cadena interminable de eventos catastróficos». La COP29 representa una oportunidad crítica para que las naciones se comprometan a cambiar el rumbo, pero solo será efectiva si los gobiernos se deciden a tomar medidas concretas.
El devastador impacto de las inundaciones en España debería ser una advertencia para el mundo. Las imágenes de vehículos arrastrados y viviendas inundadas revelan la gravedad de una crisis que no da tregua, recordándonos que el tiempo para actuar se agota rápidamente.