En una noche de caos incendiaron central sindical italiana y un hospital
La más grande central sindical italiana planteó la necesidad de ilegalizar los movimientos neofascistas, que se nutren del malestar por la pandemia, después del caos desatado en la noche del sábado en Roma con el asalto de un sindicato y un hospital y que terminó con 38 policías heridos y el arresto de 600 violentistas, entre ellos dos dirigentes del partido Forza Nuova.
Las detenciones se produjeron luego de una marcha contra el pase sanitario que terminó en un enfrentamiento con la policía en el centro de la capital italiana y la vandalización de la sede de la CGIL, la principal confederación sindical del país.
El primero en lanzar el pedido fue el secretario general del mayor sindicato del país, la CGIL, Maurizio Landini, cuya sede nacional fue atacada en medio de unas violentas manifestaciones convocadas, en teoría, para protestar contra la obligación del pasaporte sanitario del coronavirus.
«Todas esas formaciones que se identifican con el fascismo deben ser disueltas. Es el momento de decirlo claramente», indicó el líder sindical ante cientos de personas que se congregaron a las puertas de la sede coreando el himno partisano «Bella ciao».
En la jornada del sábado unos diez mil manifestantes, entre ellos numerosos militantes del movimiento neofascista Forza Nuova, marcharon por el centro de la capital, profiriendo insultos hacia el Gobierno de unidad nacional de Mario Draghi y también contra la prensa.
La tensión subió inevitablemente cuando lanzaron petardos y bombas de humo a la sede del Ejecutivo, lo que desencadenó la reacción de los antidisturbios, con mangueras de agua a presión y cargas para frenar la marca.
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36 policías heridos
El encontronazo se saldó con 38 policías heridos, seiscientos manifestantes identificados y doce detenidos, entre estos el líder nacional de Forza Nuova, Giuliano Castellino, y el responsable romano, Roberto Fiore, así como otro antiguo miembro de los extintos Núcleos Armados Revolucionarios (NAR).
Asimismo, una treintena de manifestantes asediaron el servicio de Urgencias del hospital Umberto I, donde hirieron a cuatro personas: dos enfermeras y dos agentes de seguridad.
La condena también llegó desde la ultraderecha, que sin embargo dejó clara su comprensión con quienes se manifestaron pacíficamente contra el pasaporte sanitario.