Tras una semana de incertidumbre, las autoridades japonesas cancelaron la alerta de un posible «megaterremoto», pero instan a la población a mantenerse vigilante ante posibles sismos futuros.
El gobierno japonés ha decidido levantar la alerta por un posible «megaterremoto» emitida hace una semana, que había generado preocupación y afectado la vida diaria en varias regiones del país. La decisión fue anunciada este jueves por el ministro de Gestión de Desastres, Yoshifumi Matsumura, quien aseguró que no se han detectado «anomalías en la actividad sísmica ni en la deformación de la corteza terrestre». A pesar de esta evaluación, Matsumura subrayó que el riesgo de un gran terremoto no ha desaparecido por completo, instando a la población a seguir tomando precauciones diarias.
La alerta fue emitida después de un sismo de magnitud 7.1 que sacudió el sur de Japón, dejando 15 heridos. Este aviso de la Agencia Meteorológica Japonesa había señalado que las probabilidades de un nuevo temblor eran más altas de lo habitual, lo que generó una ola de precaución en todo el país. Miles de reservas turísticas fueron canceladas, y muchos residentes acudieron a los supermercados para abastecerse de provisiones. Incluso el primer ministro, Fumio Kishida, suspendió un viaje programado a Asia Central para supervisar la situación de emergencia.
El foco de preocupación se centraba en la fosa submarina de Nankai, un área de alta actividad sísmica que en el pasado ha sido el epicentro de terremotos devastadores. Esta fosa, ubicada entre dos placas tectónicas en el océano Pacífico, se extiende por 800 kilómetros frente a la costa pacífica de Japón, incluyendo la región de Tokio, la metrópolis más grande del mundo.
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Aunque la alerta ha sido levantada, el gobierno japonés continúa advirtiendo sobre la posibilidad de futuros terremotos en esta zona. Se estima que hay un 70% de probabilidad de que en los próximos 30 años ocurra un sismo de gran magnitud en la fosa de Nankai, lo que podría tener consecuencias catastróficas. Japón sigue preparándose para este eventual escenario, recordando la tragedia del 11 de marzo de 2011, cuando un terremoto de magnitud 9.0 provocó un tsunami y el desastre nuclear de Fukushima, dejando aproximadamente 20,000 muertos o desaparecidos.