La epigrafía de este artículo es de Manuel González Prada, quien fustigó durante su vida al militarismo y a la oligarquía criollas. Fue un anarquista, pero en el fondo luchaba por un Estado fuerte que frenase a la ultraderecha latifundista opresora de los campesinos y obreros. El título resume el pensamiento de don Manuel contra esas minorías opresoras.
En el siglo XIX y comienzos del XX el hombre que puso el dedo en la pus de la plutocracia fue autor de “Páginas Libres”, sacudió a las minorías y su casa de la Plazuela del Teatro era visitada sistemáticamente por jóvenes que pretendían una nueva arquitectura para nuestra patria. No lo pudo lograr porque no era tarea de un solo hombre; pero dejó un mensaje iracundo que parecía destinado a mandar al paredón a los señorones de entonces.
Hoy, en el 2023, sus palabras cobran vigencia y es una advertencia para las nuevas generaciones. Los latifundistas, los gamonales, los plutócratas fueron quienes hasta hoy lograron frustrar al Perú. Si. Pero el Perú no ha muerto. Como lo he dicho ya otras veces, se desplomará lo que queda de la clase dirigente y vendrá un nuevo sistema de democracia izquierdizante, fanática de la justicia social deseosa de vengar los atropellos cometidos en los siglos pasados.
Para avalar lo dicho por mí, está la gente del siglo antepasado vivió a horcajadas sobre los hombros de las masas, pero el Perú nonato tendrá un Poder Judicial autárquico, un Parlamento que sea el primer poder del Estado, no primun inter pares, sino el cimiento de la Segunda República. Será la hora auténtica de la transformación de la nueva República. No volveremos a ver a los señoritos corruptos que quieren seguir gobernando entretelones.
II
Durante el debate para forjar el Tribunal de Garantías Constitucionales (TGC), en la Asamblea Constituyente de 1978-1979, sostuve lo siguiente:
“…antes de ingresar al fondo de mi exposición… quiero dejar vehemente constancia como aprista, como ciudadano y como demócrata que el único espinazo que se ha quebrado en el Perú ha sido el de las libertades y de la Constitución. Por eso, para que aquello no se repita vamos a estudiar porqué construimos este Tribunal y por qué no le atribuimos al Poder Judicial la tarea de inconstitucionalizar las leyes y forjamos, en cambio, un Tribunal ad-hoc, formado por gentes renovables por tercios bienalmente, que no son ni pueden ser justicia constitucional. Queremos gentes que en la alternativa de escoger entre la quincena y la historia escojan la historia (…) y diga si las normas se ajustan o no a la Carta Fundamental. Esta es la idea matriz de este Tribunal de Garantías, que ha sufrido diversas objeciones, se ha dicho que comporta una injuria y un despojo al Poder Judicial; se ha dicho que significa una importación de una idea foránea que no es fruto de un desarrollo autóctono de nuestra realidad jurídica. Realmente, hablar de una injuria del Poder Judicial es un exceso de susceptibilidad, porque países como España, Francia, Alemania o Italia tienen precisamente Tribunales Constitucionales y al mismo tiempo grandes Cortes Supremas que no se sienten agraviadas ni menoscabadas, por la existencia de estos tribunales, singularmente el alemán y el italiano que han producido una jurisprudencia en defensa de los derechos humanos y los derechos políticos, que es un ejemplo contemporáneo y vanguardista de la forma como se defiende la libertad.
III
Este nuevo Tribunal Constitucional (TC), sucesor iuris del TGC debe tener como misión la defensa de la libertad y los nuevos derechos como el derecho de los pueblos a vivir en paz sin el temor de la creciente violencia. Esos nuevos derechos son: a) el derecho a la paz; b) el derecho al medio ambiente sano; c) el derecho de solidaridad o de ingerencia humana; d) el derecho a la planificación familiar; e) los derechos sociales; f) los derechos naturales o preservación de la naturaleza.
Una nueva arquitectura para las futuras generaciones. Escupir a los canallas de ayer y exaltar a los liberales que quisieron reconstruir nuestra República; la vieja solo trae sangre sudor y lágrimas, pese a que tuvimos a Manuel Pardo y a Nicolás de Piérola, izquierda y derecha de aquella época.
Acabemos con los troncos añosos y carcomidos del pasado.
(*) Jurista, exconstituyente, exdiputado, exsenador y excongresista de la República.