JAVIER VALLE-RIESTRA / La anarquía antidemocrática en el Perú

por | Abr 10, 2023 | Opinión

Prueba de esa anarquía fue el nefasto golpe de Estado del cinco de abril, de hace treinta y un años, protagonizado por el nipón antidemocrático y hombre dispuesto a destruir las instituciones republicanas.

 

Pretendió imitar a Leguía, sin lograrlo. Don Augusto B. Leguía gobernó en total quince años (1908-1912 y 1919-1930) y durante su administración no hubo sistemáticos atropellos, como si ocurrió en la década de 1990. Don Augusto fue derrocado el 22 de agosto de 1930 por las conjuras del militarismo y la oligarquía titiritera.

 

No se volvió a recuperar el Perú para la democracia que había renacido con Piérola (1895-1899). Los continuadores del “Califa”, como López de Romaña, Candamo, Serapio Calderón, Pardo y Barreda, Billinghurst, Benavides, no conquistaron para las masas gobiernos ni parlamentos democráticos.

 

Ya nos equivocamos con el siniestro Sánchez Cerro, eliminado por voluntad popular a cargo de Abelardo Mendoza Leyva (1933). A lo largo de estos años con la excepción del aludido militar, no se ha matado por los gobiernos, pero hubo seis mil muertos en Chan Chan (1932) y una sistemática persecución, discriminación y proscripción de los líderes opositores.

Ahí está el propio caso de Haya de la Torre. Cárceles, panópticos, “Sextos”, destierros. Lo común de los dictadores era enviar a los opositores al index librorum expurgatorum. Yo diría que el Perú no se recupera del vandalismo antidemocrático de aquellos días.

 

Hoy, estamos tiranizados por doña Dina y sus secuaces sumisos. Todo esto es anárquico. Perecerá. Y los perseguidores terminarán en el paredón o en el exilio por decisión del pueblo. Esperamos aún la aparición de un líder, un caudillo que sustituya, en lo viable, el utópico liderato de Haya de la Torre; si no es así, seguiremos viviendo una anarquía antidemocrática.

II

La anarquía no fue monopolio del siglo XX, también lo sufrimos y dramáticamente en el siglo XIX, luego de Independencia. Tuvimos a José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, como el primer jefe de Estado del Perú (28-02-1822), pero surgió la presidencialitis con la Constitución de 1834, que traía implícita la Confederación peruano-boliviana.

 

La anarquía llegaría durante la guerra por la Confederación (1838). El desenlace fue que una columna, desprendida del ejército de Santa Cruz, fue abatida por los chilenos en Matucana (18-09-1838). El norte del Perú se pronunció por la restauración, salvo Huaraz que proclamó al general Francisco de Vidal.

 

En ese momento, el Perú tuvo siete presidentes simultáneos: (1) Santa Cruz, Protector de la Confederación; (2) Gamarra, presidente de la República peruana resurrecta; (3) Orbegoso, presidente del Estado Norte; (4) Riva Agüero, nombrado por Santa Cruz para ese mismo cargo al saber de la defección de Orbegoso; (5) Pío Tristán, presidente del Estado Sur; (6) Nieto, que por ese entonces hacía correrías por el Norte, con despachos de Jefe Supremo, expedidos por Orbegoso y que, mal recibido en Piura y abandonado por sus tropas, tuvo que seguir a Guayaquil; y, (7) Vidal, quien aceptó, por fin, eliminado Orbegoso, un lugar en el ejército de la Restauración.

 

El siguiente periodo anárquico fue el caso del presidente Balta, quien murió asesinado en agosto de 1872, por los hermanos Gutiérrez (Silvestre, Marcelino, Marceliano y Tomás). Ese incidente se superó con la asunción del primer presidente civil de nuestra historia: Don Manuel Pardo y Lavalle.

 

Su régimen se denominó “La República práctica, la República de la Verdad”. Concluido su mandato, Pardo se fue a Chile y a su regreso fue elegido Senador y por su desempeño extraordinario fue nombrado presidente de la Cámara Alta.

 

Lamentablemente, al ingresar al local del Senado, el 16 de noviembre de 1878, repentinamente, el sargento Melchor Montoya disparó contra Pardo de solo 44 años. Cae y moribundo llegó a decir: “Debo mucho”, “Perdono a todos”. El sargento fue fusilado tiempo después, durante el mandato de facto de Piérola.

 

La moraleja de todo esto es que ningún golpe debe repetirse, ni al estilo del 5 de abril de 1992, ni al del 7 de diciembre de 2022. No podemos estar en una behetría permanente. González Prada, nuestro maestro, fue un gran anarquista y panfletario, sigamos sus pasos para restablecer un orden democrático punitivo con paz y justicia social.

(*) Jurista, exdiputado, exsenador, exconstituyente y excongresista de la República.


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