JAVIER VALLE-RIESTRA / Sangre, sudor y lágrimas

por | Jun 22, 2023 | Opinión

Veo con absoluto pesimismo el destino de nuestra República. Esto se debe a que entiendo que el Perú tiene en su subterráneo político unas sectas que quieren destruir lo existente institucionalmente –por más que discrepemos con la decrépita “institucionalidad” de hoy— en la que todo es papel mojado en tinta manejado por una serie de conspiradores que quieren destruir lo edificado en “democracia”, para remplazarlo por un sistema totalitario y autoritario que pretende gobernar con una casta siniestra, que ha asomado sus cabezas con sus sables para decapitar políticamente adversarios.

 

Ya vemos como comenzó esto y volvemos a profetizarlo: viene una dictadura civil-militar con prólogo en el sur del Perú. Tendremos que estar alerta para derrocar esas pretensiones golpistas. Entre tanto, los diarios (El Comercio, Expreso, La Razón, La República, Correo) quedarán anulados y amordazados. Es algo más que un golpe; es el comienzo de una guerra civil inusitada en el Perú. Ahí tenemos el siglo XIX en que no hubo ninguna guerra civil, salvo los encontronazos de Piérola y Cáceres.

 

Todo esto dará lugar a que todo lo que discrepamos nos veremos obligados a combatir a sangre y fuego en defensa de la democracia y la República. La mayor parte de los que intervienen en política se asilarán y se irán, si pueden, del Perú. Vendrá una Asamblea Constituyente a largo plazo que asumirá de facto los poderes decapitados. No existe en el siglo XIX ni en el silgo XX casos de guerra civil. Cosa distinta fue el terrorismo de finales del s. XX.

 

Lo que sí tuvimos, como ya dije, fue el conato efímero entre pierolistas y caceristas en 1895. Las embajadas deben prepararse para asilar a los perseguidos. En un tiempo la canallada sureña también se desmoronará y correrán ríos de sangre. Advertimos. Estamos en peligro de que unos divisionistas, escisionistas, separatistas, pretendan usurpar el poder.

 

Preparémonos virilmente para destrozar a la horda antiperuana de hoy. Es mi admonición. Pero resucitaremos. No lo veré, desgraciadamente, porque tengo 92 años y estoy sentenciado por el destino. Como dice Luis Ganoza Alvarez, mi discípulo, soy un profeta apedreado. No un profeta del pasado.

II

La Asamblea Constituyente, como he dicho otras veces, podría surgir ante el desenfreno y descontrol del movimiento del sur. El poder constituyente es la suprema facultad del pueblo sobre sí mismo –pero de manera organizada— para establecer un ordenamiento jurídico y organizarse políticamente, estamentalmente.

Esa facultad no tiene reglas para convocarse; puede ser mediante una asamblea constituyente o por un referéndum. Lo usual es a través de una asamblea, con la misión principal de elaborar las normas fundamentales del Estado o revisarlas total o parcialmente.

Las circunstancias de convocarlas pueden ser: como acto inicial de creación de un Estado aprobando una Constitución (estado de primigeneidad u originario) o cuando se decide cambiar la organización de un Estado ya existente aprobando las reformas de la norma fundamental (etapa o estado de continuidad). En nuestro caso, teóricamente, un sector equivocado apuesta por la primera etapa. Volver al origen.

III

La doctrina sostiene que el Senado es para Estados de organización política federal y su representación es territorial; pero los modelos bicamerales mejor conocidos son el de Inglaterra (Commons y Lords) y el de USA (Representatives y Senate).

En el régimen bicameral, cada cámara actúa como factor de control sobre la otra, bajo el sistema de checks and balance, muy estimado por los teóricos norteamericanos como mecanismo para la limitación del Poder.

Nuestro caso es muy distinto a la costumbre anglosajona; por eso, para distribuir mejor el poder político, frenar la convulsión social y ante el déficit de representación popular del unicameralismo, propuse junto con otros parlamentarios y compañeros apristas (2006-2011) restaurar el bicameralismo, pero funcional, distinto a las cámaras mellizas del siglo XX.

Dos cámaras asimétricas con funciones o atribuciones diferentes y a la vez complementarias. Sostengo que el origen de la representación sea directa e indirecta; dos tercios por elección popular (directa) y un tercio elegidos por las universidades, el capital nacional y extranjero, los sindicatos, las iglesias, las FFAA y PNP, y la sociedad civil organizada.

Seguirá siendo utópico porque recientemente el Congreso actual intentó aprobar un proyecto de reforma casi secreto, creando el Senado, a espaldas de la nación, sin debate, sin audiencias públicas ni televisadas. Un referéndum para un texto que nadie conoce, en definitiva, será un nuevo desastre.

(*) Jurista, exconstituyente, exsenador, exdiputado y excongresista de la República.


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