Dividen el ejército peruano del sur en dos para fortalecer Tacna, Arica y Arequipa
La situación interna en Perú era complicada. Prado, al parecer contra su voluntad, declaró la guerra a Chile obligado por el tratado alianza de 1873 y por las presiones internas a pesar de no tener fondos para financiar la guerra y sin crédito internacional debido a las continuas cesaciones en el pago de la deuda.
Para asumir el mando del ejército y dirigir la estrategia militar, Prado relegó la gestión del gobierno al vicepresidente Luis La Puerta de Mendoza.
Debido al bloqueo chileno de los principales puertos peruanos de exportación, los ingresos fiscales peruanos en 1879 (8 078 555 soles) disminuyeron a la mitad de lo calculado para ese año (15 257 698 soles) y, por el contrario, los gastos fiscales en guerra aumentaron más del triple (55 050 000 soles).
A falta de un sistema tributario eficaz, Prado debió financiar la guerra con donativos patrióticos, empréstitos, cesación de pagos de deudas, emisión de más monedas y también en un aumento de los impuestos.
El desastre político del gobierno puede ser medido en la cantidad de ministros de hacienda que tuvo su gobierno solo en 1879: Izcue, Quimper, Pazos, Arias, (Piérola rehusó una oferta), Arenas, otra vez Quimper, Denegri. En el aspecto político-militar se enjuició al capitán de navío More Ruiz por la pérdida del buque Independencia y al general Buendía por las derrotas en Tarapacá.
El 19 de diciembre de 1879, conocida la caída de Iquique y Pisagua, Prado salió del Perú para, según él, acelerar las compras de material de guerra en EE.UU. y Europa. La historia ha condenado su salida como una deserción.
Tras la partida de Prado, Nicolás de Piérola Villena dio en diciembre un golpe de estado y asumió como dictador del Perú. Piérola creó el Inti (moneda), renegoció la deuda externa, reconoció una controvertida deuda peruana a la firma Dreyfus y dividió el ejército del sur en dos: el primero bajo el mando de Lizardo Montero compuesto por unidades en Tacna y Arica, el segundo se compuso de las tropas acantonadas en Arequipa (más otras que llegarían) bajo el mando de Pedro A. del Solar.
Muchos historiadores ven razones políticas en una partición que definitivamente debilitó la defensa de la región. Piérola ha sido criticado por la forma dictatorial de ejercer el poder, por su sectarismo temeroso a posibles opositores, por su frivolidad en el vestuario y sus decretos pomposos y la falta de control en los gastos, pero también debe decirse que desplegó un enorme esfuerzo para obtener nuevas fuentes de financiamiento, modernizar el estado, dar igualdad a los indígenas y renegoció (sin éxito) la deuda y la consignación del guano peruano.
J. Basadre lo critica pero a su vez considera su labor «un acto de abnegación y hasta de heroísmo, pues instauró su Dictadura en un país territorialmente invadido, políticamente perturbado, navalmente desaparecido, militarmente maltrecho, económicamente exangüe y contra el cual se preparaban a dar sus golpes decisivos los poderosos y arrogantes vencedores en la campaña marítima y en la campaña de Tarapacá».
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https://larazon.pe/2019/04/08/golpes-navales-de-peru-desatan-la-ira-chilena-en-contra-de-su-gobierno/