Luego de la renuncia del presidente y de su fracasado y efímero gobierno, es bueno recordar, aunque a muchos no les va a gustar, cómo llegó Kuczynski al poder. Recordemos que muchos grupos mediáticos y empresariales de poder nos decían “no a la corrupción”, “no a Keiko”, “no al retorno de los años noventa” y una sarta de anti campañas que llegaban a sostener que Kuczynski era el cambio para el Perú, que era un “presidente de lujo” con reconocimiento internacional y que representaba la democracia, la modernidad, la nueva imagen del país y así lo hicieron ganar. Nos estafaron. Nos hicieron bailar “sube, sube PPK”, nos vendieron el “PP KUY”, los supuestos expertos y analistas nos dijeron que era lo mejor; periodistas encumbrados, se inclinaban ante toda la opinión pública a favor del “viejito gringo y bonachón” y así llegó al poder, haciéndonos sentir que todo era fiesta, con el “viejito” bailando en la puerta de Palacio, los ministros haciendo ejercicios de educación física, como tontos, en el patio de nuestra majestuosa casa de gobierno. Todo era felicidad pues derrotaron al supuesto “mal peor”, como ellos sostenían.
Es menester recordar que todos estos grupos de poder que apoyaron a PPK, conocían el perfil de su “extraordinario” candidato, de su recorrido lobista, conocían muy bien sus conflictos de intereses; sus discípulos economistas que desfilaron por algunos ministerios, sabían perfectamente de sus negocios, de sus actividades internacionales y del movimiento de las empresas que él mismo había creado, así como de toda la mochila de problemas que convertían al candidato PPK en una verdadera bomba de tiempo. Resultan casi sabias las palabras de Eliane Karp cuando le dijo “sé lo que hiciste la última vez”. Todo su entorno sabía de Westfield Capital y de First Capital y del gran socio Sepúlveda, moviendo intereses en las transnacionales; sin embargo, no dijeron nada. No sopesaron los problemas que podía generar el “viejito lobista”. No pensaron en el destino y futuro de un país. Simplemente se movieron en base a intereses y pasiones.
En conclusión, lo que presentaban estos operadores como “la cura” para el país, resultó ser peor que la enfermedad pues, han sumado a uno más en la historia presidencial en el banquillo de los acusados, demostrando que, como siempre, inducen a la población a una votación manipulada, cargada de psicosociales, para llevar al “trono” a alguien que pueda cuidar sus intereses, alimentar sus arcas o acomodarse mejor con uno, pues con el otro candidato no tiene nexos ni empatías.
Finalmente, si bien es cierto, los detalles de la investigación contra el presidente no se tenían hace un año y medio, se pudieron haber obtenido en una campaña responsable, objetiva, con responsabilidad mediática, pensando en el futuro del país, evitando generar un voto “anti” que lo único que produce es llevar la sangre al río, como lo podemos apreciar con la renuncia del presidente. Hasta la próxima semana.