IVÁN TORRES LA TORRE
La falda es una prenda de vestir usada milenariamente en algunas civilizaciones por hombres y mujeres; hasta el día de hoy, muchas mujeres de nuestra selva y sierra, aún la usan como forma habitual de vestir y en la costa cada vez es menos frecuente. La falda siempre ha estado supeditada a una moda o a un gusto momentáneo, habiendo tenido muchas variaciones a lo largo de la historia, pero no significa que sobre esto tengamos que hacer un debate a nivel de los poderes del Estado.
Resulta que, desde nuestro palacio legislativo, un congresista le ha pedido al Ministro de Educación que no debe ser obligatorio el uso de la falda para las alumnas en los centros educativos porque esta prenda generaría “estereotipos” y atentaría contra la “igualdad de género”. Además, los “opinólogos”, que ya comenzaron a hablar sobre este tema, agregan que el uso de la falta “limita” el derecho de las alumnas a jugar, saltar y gozar del recreo y de otras actividades. Ja, ja, ja.
Muy bien, si esa es una propuesta de Estado, considero que deberían existir planteamientos y debates mucho más trascendentales e importantes para la educación nacional y en defensa de la identidad de nuestros niños y jóvenes.
Veamos un ejemplo, para que vean queridos amigos, cómo se ha perdido el sentido común: ¿Acaso a algún congresista se le ocurre pedirle al Ejecutivo que esté terminantemente prohibido que las niñas y niños peruanos trabajen en las calles? ¿Acaso existe alguna preocupación de Estado por las niñas violadas y embarazadas con apenas 13 o 14 años? ¿Hay un plan para ellas? ¿Acaso se preocupa el Estado de que todas las niñas y niños asistan al colegio? ¿Acaso no notan que el ausentismo es cada día mayor en los centros educativos? ¿Por qué no se preocupan por la calidad educativa para nuestras niñas y niños?
La calidad educativa debe ser la principal preocupación de nuestros legisladores y del ministro de Educación de turno. Creo que el actual ministro de Educación tiene la mejor de las voluntades; ha ido al rescate de muchos colegios con daños materiales severos producto de factores climatológicos, ha declinado en los intentos de la nueva calificación escolar con letras y otras virtudes que ha mostrado; pero, definitivamente, hay cosas que lo distraen y entonces se pierde en “minucias” y se desconcentran los esfuerzos en perjuicio de la niñez y la juventud nacional.
El debate debe centrarse en cómo mejorar y potenciar la calidad educativa, pues con falda y sin falda, nuestro país sigue teniendo uno de los peores índices de calidad de la educación en Latinoamérica. En conclusión, hay que trabajar en el fondo del problema y no perderse en gustos y modas que, si bien es cierto, pueden tener algún fundamento, definitivamente los peruanos no pagamos el sueldo de un legislador para que se pronuncie sobre subjetividades. Hasta la próxima semana.