Phillip Butters
La semana pasada vimos cómo la bancada fujimorista hizo trizas los pobres argumentos de Vicente Zeballos, ministro de Injusticia, porque de justo ese portafolio tiene poco o nada.
No supo justificar la famosa y manida independencia de los procuradores, ni cómo el procurador Ramírez Ramírez bajó de un año a otro de S/5,600 millones a S/1,500 millones la reparación civil de Odebrecht, o cómo se llegó a esa cifra o cómo es que los brasileños si quieren hablan y si quieren no.
Zeballos no supo explicar y la oposición lo hizo trizas con Karina Beteta, Yeni Vilcatoma, Úrsula Letona, Víctor Andrés García Belaunde, Jorge del Castillo y Mauricio Mulder, pero al final salió Carlos Tubino a decir que no lo iban a censurar.
Hay varias versiones. La más fuerte es que se les chispoteó, que se equivocaron y que se dieron cuenta en ‘la hora nona’ que no podían censurar a un ministro que no tenía la investidura del gabinete. Un papelón técnico al cual llegaron sin haberle preguntado –presumo- a Martha Chávez, asesora de la bancada y expresidenta del Congreso, o a Luz Salgado, congresista de larguísima data y también expresidenta del Parlamento.
La otra versión es que están pidiendo ‘chepa’, tanto el gobierno como ellos, porque al día siguiente el ministro Zeballos autorizó que Keiko vaya a visitar a Alberto Fujimori.
Probablemente usted, amigo lector de La Razón, no se ha enterado que a Keiko la dejaron salir de la cárcel de mujeres de Chorrillos y que fue a la Diroes a reunirse de su papá en compañía de Mark Vito Villanella.
¿Quién le abrió la celda? Vicente Zeballos, ministro de Justicia, y quien manda sobre el INPE, y por supuesto Salvador del Solar y Vizcarra.
Para variar, todo se hace entre gallos y medianoche. ¿Qué fue a negociar Keiko? ¿el voto de confianza? ¿su libertad? Las cosas claras: Esa reunión de ayer entre Salaverry y Del Solar deja mucho que desear.
Más aún cuando Salaverry se dio cuenta que el presidente volvió a amenazar con cerrar el Congreso y ha dicho que va a pensar si se reincorpora el Senado, cosa que es legalmente imposible porque tendrían que haber pasado dos años del referéndum que negó la posibilidad de la bicameralidad.
Algo muy raro ha pasado en esa ‘reu’ entre Keiko y su papá. ¿Se juega la vida Keiko? Probablemente sí. Alberto sí es un hecho, pero ¿qué pasa con el caso Limasa, o con el tráfico de influencias de Kenji?
Keiko probablemente esté negociando su libertad y la de su hermana Sachi, de Mark, de su cuñado y la de Kenji, porque a su papá no le queda más que purgar su condena y morir en la cárcel. Salvo, claro, que vaya a su casa cómodamente amoblada. Pero eso también tendría que pasar por un pacto congresal en el que tendría que entrar a tallar hasta el propio Salvador del Solar.