Por: Jorge B. Hugo Álvarez / La sombra perversa de la corrupción pareciera perseguir persistentemente al Presidente de la República Martín Vizcarra Cornejo. Suena muy extraño al lado de tanto ruido político, pero que de confirmarse, pondría en serios aprietos a toda la clase política y empresarial del País.
En todo caso, serán las investigaciones realizadas por las autoridades competentes las que determinen sin pasiones, la responsabilidad o inocencia del investigado. Lo cierto es que la investidura presidencial está siendo tan zarandeado por digitadores profesionales sin autoridad moral.
No obstante, es muy vergonzoso e indignante ver pasar tantos Presidentes y empresarios comprometidos o involucrados en actos de corrupción. Por eso, haría bien el Presidente de la República, someterse a la acción de la justicia y dar todas las explicaciones posibles al País por la salud moral de la Nación que así lo exige.
La primera impresión a concebir cuando se trata de escribir sobre corrupción, es imaginar cómo los corruptos se apoderaron de casi todo el aparato del Estado, logrando liquidar con la fuerza bruta y el poder económico, toda resistencia contra estos patrañeros.
Tan elevada razón tenía las mentes sanas de nuestra Nación en advertir el peligro de concentrar en pocas manos, un poder tan grande como es el manejo del Estado. Eso fue el grave error del espíritu ingenuo de los peruanos, haber elegido a gente vinculada a los empresarios.
Queda pues, como bravura de una dura lección, no interiorizar y socializar como algo perverso la fuerte conectividad entre: Concentración del poder y la tentación totalitaria de parte importante del empresariado.
Nunca más, ni la inteligencia ni la brutalidad del poder económico debe ser un equívoco histórico que vuelva a repetirse. La idea de una Nación manejada por ellos, no lo podemos permitir.
Aun suena en mis oídos esas perversas expresiones hecha realidad: “Los mejores negocios se hacen a través de la política” o aquella otra frase: “Obredecht pone y saca Presidentes” “el poder nace del dinero, todo lo demás es ilusión”, “poderoso caballero don dinero manda en Perú”, etc.
Pues yo digo: Al carajo con todos ellos. Pues, se debe gobernar para los intereses de la Nación. Pues si esto no es así, se justifica mi rebelión. Ahora bien, no toda la clase empresarial es corrupta, tampoco todos los políticos, porque siempre existen gentes sanas y de mente abierta con un gran amor por nuestra Nación.
La inteligencia honesta existe pero no son convocados porque le resultan incómodos para sus intereses mezquinos. Pues os diré, dadme una punta del poder y verás que nunca más los verás joder.
De hecho, la grave crisis económica, de salud e inseguridad ciudadana, constituyen un ambiente propicio para los aventureros del poder y para los cantores del despotismo.
Hay muchas cosas por hacer, pero también muchas cosas por el cual reflexionar. En estos espacios de incertidumbre, el pueblo debe estar atento y agudizar su memoria colectiva, porque los patrañeros ya afloran provocativamente como supuestos salvadores de nuestra patria.
(*) Abogado penalista y analista político.
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