Por: Diana Verónica Ruiz Muñoz
Hoy en día la existencia de innumerables formas de acceder a contenidos sonoros, nos permite hablar de una esfera, de un espacio o un mundo netamente audible. Este espacio nos sitúa en un nuevo caso de personalización, esta vez de una personalización de la escucha, en donde el usuario, o el sono oyente, decide el qué, el cómo y el cuándo.
Al coexistir distintas tecnologías como YouTube, Spotify, Itunes, entre otros medios digitales, es que se configura este nuevo espacio denominado sono esfera digital y este nuevo espacio acústico, genera a su vez, nuevos hábitos de consumo. Estos medios le otorgan al usuario una autonomía de selección y los hace distintos unos de otros. Es interesante cómo van descubriendo y optimizando su nivel auditivo, creando una esfera sonora personalizada guiada sensorialmente.
Los paradigmas del consumo auditivo, así como los del mundo audiovisual, han trascendido y superado barreras con el paso del tiempo. Puede hablarse de una explosión de la comunicación y de la imagen sonora. La sono esfera digital, nos desafía como consumidores a idear nuevas formas de potenciar el sonido. La libertad que nos ofrecen estos soportes digitales, nos permite conectar con distintos niveles emocionales.
Lo que logra la tecnología y que explica mejor el concepto de sono esfera digital, es la portabilidad, que elimina las barreras de movilidad sonora. Toda persona puede llevar la música consigo todo el tiempo. Si decidimos, ¿qué ver?, decidimos también, ¿qué escuchar? e incluso, ¿cómo debería sonar?, ya estamos viviendo una era en donde lo constante es el cambio y no lo resuelve un grupo, lo decide el propio individuo. Todo lo que tenga que ver con nuestros sentidos, resume un mundo caprichoso, que va en busca de tener el control de decisión de absolutamente todo.