Durante la última reunión del Comité Regional para América Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la Unesco, celebrada en Costa Rica, se reconocieron como evidencia del origen peruano del pisco documentos históricos de los siglos XVI y XVII, resguardados por el Archivo General de la Nación.
El conjunto documental galardonado incluye cuatro manuscritos fechados entre 1587 y 1613. Estos textos no solo narran el auge del cultivo de la vid y la producción de aguardiente, sino también las dinámicas comerciales que llevaron al pisco a cruzar mares y alcanzar mercados lejanos.
Según el Comité de la Unesco, “estos manuscritos son un testimonio invaluable de la producción y comercio del aguardiente de uva que posteriormente recibiría la denominación de pisco”.
En ellos se describe cómo esta bebida era transportada desde el puerto de Pisco hacia destinos como el Callao, Arica e incluso mercados internacionales. Además, los textos detallan aspectos como los materiales empleados en la destilación y las transacciones económicas asociadas a su comercio.
Los cuatro documentos clave presentados en esta inscripción refuerzan el valor histórico y cultural de un símbolo peruano que sigue conquistando paladares en el mundo entero.
Carta de pago entre Manuel de Azante y Jorge Capelo (1587): Describe un litigio comercial que menciona calderas y aguardiente, proporcionando evidencia temprana de la producción del destilado en Pisco.
Escritura de compañía entre Juan Corzo y Andrea Candia (1589): Narra acuerdos de comercialización de vino y aguardiente desde el puerto de Magdalena de Pisco.
Testamento de Manuel de Azante (1605): Incluye inventarios donde se enumeran materiales necesarios para la producción de aguardiente, destacando la caldera como herramienta clave en el proceso.
Testamento de Pedro Manuel el Griego (1613): Revela elementos relacionados con la producción, comercio y almacenamiento de aguardiente de uva en el Virreinato del Perú.