Por: Carlos Linares Huaringa
Twitter: @carloslinaresh
Una fuerte tensión se vive en Palacio de Gobierno y en el oficialismo luego que la oposición presentara la moción de vacancia en contra del presidente Pedro Pablo Kuczynski la semana pasada.
La causa sería la presumible decisión del primer vicepresidente de la República, Martín Vizcarra, de cumplir con la única función para la que fue elegido en la plancha presidencial: reemplazar al mandatario ante cualquier eventualidad.
Este posible escenario ha puesto los pelos de punta a más de uno en el entorno de Pedro Pablo y Meche y han salido congresistas y hasta ministros a pechar al embajador en Canadá y exigirle garantizar su renuncia en caso de que los opositores consigan los 87 votos requeridos para sacar a PPK de Palacio.
Aráoz ha señalado que renunciará a la segunda vicepresidencia si PPK es vacado y varios congresistas han dejado abierta la posibilidad de retirar su apoyo a un Ejecutivo presidido por Vizcarra y “pasarse a la oposición”.
Ambas posiciones son absolutamente irresponsables porque demuestran que antes que los intereses del país están sus intereses políticos, que si PPK no logra los votos requeridos para mantenerse (y mantenerlos) en su puesto, están dispuestos a patear el tablero, mandar al diablo todo y socavar una eventual gestión de Vizcarra.
Y una muestra de que oscilan entre el berrinche y la venganza es que su solución radica en que, así como ‘Mechita’, ‘Martincito’ también renuncie, pese a que ello desataría una crisis mucho mayor para el país.
Sería ideal que Kuczynski culminara su mandato y que, en todo caso, posteriormente respondiera ante la justicia por sus actos.
Lamentablemente, lo real es que nuestro Presidente ha mentido de manera reiterada al país respecto a sus vínculos con Odebrecht, que su paso intercalado de la administración pública a la privada solo ha formado parte de un ‘ruleteo’ inescrupuloso y bien planificado y que, en cuanto a sus argumentos de defensa, ha pasado de la ‘muralla china’ de los negocios al ‘cuento chino’ de la política.
Se ha llegado al punto en el que la mayoría ciudadana exige su retiro del cargo (63% según Datum y 58% de acuerdo con Ipsos) y su desaprobación ha superado todo lo previsto (79% en Datum y 76% en Ipsos), generándose un descrédito que afecta la institucionalidad y al país.
Reiteramos: sería ideal que el mandatario culminara su gobierno el 2021, pero lo cierto es que la situación en la que se encuentra es –como señalé en una columna anterior- responsabilidad absolutamente suya. Y también debemos tener en claro que, en caso de proceder la vacancia, lo mejor es que Vizcarra asuma la Presidencia, con el respaldo de tirios y troyanos, y de una buena vez se pongan a trabajar por el país.