Por: Jorge B. Hugo Álvarez / Sorprendido e indignado por las infortunadas informaciones que proviene del VRAEM donde frecuentemente mueren nuestros jóvenes soldados por la acción cobarde de los remanentes del narco-terrorismo. Ya muchas lágrimas, dolor y sangre han corrido para seguir tolerando las acciones perversas de ese grupo criminal. No se puede tolerar más esos sangrientos espectáculos, como si ellas fueran parte esencial de nuestra cultura selvática. Ni los homenajes más solemnes ni reconocimiento pecuniarios a nuestros héroes caídos en acción de armas resultan suficientes para el consuelo de las almas desconsoladas de sus seres más queridos. Entonces, no entendemos por qué las FF.AA. y FF.PP. no derrotan a estos remanentes, si nuestras fuerzas de seguridad cuentan con un mayor número de efectivos, logística y un poder de fuego superior al de los terroristas. ¿Será que existen otros intereses para no acabar con los terroristas? Eso sería gravísimo y de alta traición a la patria. La estrategia militar, consecuencia de la inteligencia, siempre ha estado presente en el Vraem. No obstante, no fueron tomados en serio por el Gobierno de turno, sea porque ignoran la realidad de la zona o porque no quieren coadyuvar con decisiones oportunas y acertadas para alcanzar la pacificación total. Lo sangriento y lo doloroso de estas operaciones no pueden parificarse con la demagogia e irresponsabilidad de algunos políticos. En lo esencial, duro e incomprendidos son estas tareas asignadas a nuestros soldados de la patria. Por eso, en la racionalidad de nuestra civilización, nos permitimos cuestionar la moralidad de algunas autoridades civiles y militares. Los planes operativos al parecer no dieron los resultados esperados. No obstante sus componentes de línea de tiempo, fases, etapas, acciones, planes subsidiarios, etc. Claro, estas estrategias lo diseñan los militares y los proponen al poder civil. Pero no siempre las autoridades políticas toman las mejores decisiones. No se toma en consideración que la lucha contra el terrorismo no se reduce al ámbito militar, también debe comprender el ámbito social.
El apoyo de la población es esencial, pero teniéndolos en abandono total es imposible tenerlos del lado de la legalidad, porque existe una fuerte conectividad entre: terrorismo, narcotráfico y población. Se tiene que integrar la estrategia militar y la estrategia de desarrollo social y económico. Los militares hacen su tarea, pero no es suficiente para alcanzar la pacificación total cuando el problema es sistémico y la corrupción corroe a las instituciones. “Ojo de Águila”, fue el nombre de la operación que últimamente llevó a la muerte a jóvenes combatientes, guiados por exterroristas arrepentidos, hacia la guarida de los Quispe Palomino. Más de 13 años de operaciones militares y más de 20 años de terrorismo en el VRAEM, es una cosa muy seria. Si no se sigue una estrategia directriz desde el gobierno central, nombrándose personal competente y capaz en la cadena de decisiones de los sectores comprometidos en la pacificación, los muertos, el narcotráfico, la extrema pobreza y demás vicios, perduraran en el VRAEM.
(*) Abogado y analista político.
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