Por: Omar Chehade / Visitando los lugares más deprimidos de Lima, confirmamos que la gran decepción de nuestra gente por la clase política en las últimas décadas, es precisamente por su indiferencia y la falta de capacidad de gestión en los grandes problemas del país.
Según cifras oficiales, en los últimos 20 años, la tasa de pobreza se ha reducido de 48% a 21%, es decir, ahora existen seis millones y medio de pobres menos que en el 2000. Lo que significa que uno de cada cinco peruanos, está todavía en los índices de pobreza.
Sin embargo, analicemos justamente a ese 21% de peruanos en qué condiciones viven. Y es que aquí entra a tallar la indiferencia, la corrupción y la incapacidad de gobernadores, alcaldes, ministros y muchos presidentes que hemos tenido, que han socavado las estructuras del país, en desmedro de millones de peruanos.
Y es que no podemos tolerar que, en pleno siglo XXI, en las zonas más deprimidas, llamadas asentamientos humanos, existan familias peruanas que cohabiten sin luz, agua, desagüe, sin muros de contención, en esteras, alejados de postas médicas, y donde, lamentablemente, los accesos no tienen asfalto, rodeado de tierra y piedras.
No es sorpresa entonces deducir que fundamentalmente, en época de calor veraniego, se propaguen enfermedades o epidemias, por falta de agua y desagüe, donde los primeros afectados son los niños y las personas de la tercera edad.
Sorprendentemente, en plena campaña electoral, mientras para algunos es más importante el debate del matrimonio igualitario, es decir, del matrimonio homosexual, unión civil y demás derivados que exige la minoría LGTBIXYZ, millones de peruanos sufren miseria, enfermedad, hambre, falta de oportunidades laborales y acceso a la educación, es decir, viven en un submundo, en medio de una absurda guerra fratricida entre peruanos.
En las últimas décadas, ¿qué han hecho la gran mayoría de los alcaldes, los gobernadores, ministros, presidentes y demás autoridades electas? Poco o nada. Es sabido que del presupuesto que se deriva a las autoridades locales, al término del año es devuelto al gobierno central por la mayoría de alcaldes y gobernadores más del 50% del mismo.
Ello, en gran parte, debido a la falta de capacidad de gestión. Incluso, ahora mismo, un famoso alcalde, tan mediático y popular, que solo piensa en cómo ser presidente del Perú en unos años y que vive de las encuestas, ha cerrado el año con menos del 15% de haber hecho uso del presupuesto que le otorgaron, es decir, tendrá que devolver por ley el 85% del presupuesto que recibió ese municipio distrital de la capital.
Si a esto le sumamos, que antes del escándalo de Odebrecht el país perdía 10 mil millones de soles al año producto de la corrupción de sus autoridades y empresarios, entonces el panorama se torna más oscuro.
Ahora que entramos nuevamente a una fase electoral, el votante tendrá que analizar elegir entre las nuevas figuras, pero también a los cuadros políticos de experiencia y con capacidad de gestión.
(*) Candidato por Alianza para el Progreso con el N° 1.( A 1)