Por: Phillip Butters
Tanto la fiscal de la nación Zoraida Ávalos como el ministro de Justicia, Vicente Zeballos, están guardando un silencio cómplice hacia la firma de este dichoso preacuerdo que habría celebrado el fiscal Domingo Pérez y el procurador Miguel Ramírez Ramírez.
Resulta sorprendente que los dos jefes de los pliegos que son responsables de haber negociado esta barbaridad con Odebrecht, hasta estas horas del día, hagan mutis.
Es inaceptable que ambos hayan aceptado como cierto que Odebrecht diga que, aproximadamente, tiene activos por US$ 900 millones, una deuda por US$ 1500 millones, que pagarían US$ 200 millones de indemnización, y que tendrían un déficit de US$ 600 millones, por lo que deberían seguir trabajando para pagarlo y que si ellos cayesen en insolvencia se irían a la quiebra.
Todos son supuestos y números aproximados que no tienen un sustento legal ni fáctico. ¿O la procuraduría o fiscalía ha contratado los servicios profesionales de alguna empresa auditora internacional para valorizar los activos de Odebrecht?
¿Acaso Pérez o Ramírez alguna vez han negociado contratos de miles de millones de dólares? ¿Han establecido el valor de la concesión de Olmos? ¿Acaso no saben que Olmos tiene un valor actual y tiene un valor futuro? ¿No saben que el gasoducto -que no se está investigando al igual que Olmos- tiene un valor real?
¿No saben que Vías Nuevas de Lima sigue siendo un activo de Odebrecht y que genera flujos todos los días cuando los taxistas, las amas de casa y los choferes pagan peaje?
Es el colmo que se haya festinado un trámite de esa naturaleza ¿o pueden exhibir los contratos y resultados de auditoría que establece el valor actual de los flujos y activos de Odebrecht?
¿Cómo es posible que tomen como cierto los dichos de una empresa sistemáticamente corrupta y ladrona como Odebrecht?
Nada de eso indigna a la célebre periodista de investigación y opinión Sol Carreño, tan siempre solícita a leer el Teleprompter de Montesinos o de los Miroquesada ¿Cómo es posible que a la brillantísima lideresa de opinión Mávila Huertas le preocupe que pueda ser delito la difusión de este mamarracho de acuerdo, en vez del fondo del asunto: que Odebrecht le esté robando los impuestos que supuestamente paga de su gran sueldo en América Televisión?
Por supuesto, Gorriti no ha dicho esta boca es mía. Y gente brillantísima como Patricia del Río o mi buen amigo Jaime Chincha se preguntan a quién beneficia el que se sepa esto. Pues les contesto: al pueblo peruano que está harto de que le sigan robando.
Cualquier peruano de bien entiende que este acuerdo es lesivo a los intereses del Perú, que Odebrecht solo da información restringida sobre cuatro proyectos y que no se sabe qué va a pasar en un futuro cuando Odebrecht posiblemente gane un litigio que nos tiene en Luxemburgo por US$ 2,000 millones, precisamente por el gasoducto, y otros US$ 250 millones más.
¿Acaso ellos no se van a indignar el día que se enteren que hay que pagarle US$ 2,000 millones a Odebrecht mientras ellos han financiado sus US$ 190 millones en cómodas cuotas en soles durante 15 años?
El rol de la prensa a estas alturas es penoso. Poco patriotismo, poco sentido de la realidad, nula autocrítica y sesgo absolutamente antiperuano es lo que está teniendo la prensa.
Al suscrito le importa poco si Toledo, García, PPK, Villarán, Keiko, Humala, Nadine, la Villarán o Castañeda terminan sus días en la cárcel. Lo que le importa a quien escribe este artículo es que el pueblo peruano tenga un mínimo de dignidad y que con nuestro dinero, el que se robaron, nosotros podamos hacer hospitales, colegios, que la gente tenga una vida digna, que los huérfanos al menos tengan un albergue, entre otras cosas.
Ese es el daño que ha hecho Odebrecht al Perú. Al margen de cualquier tinte ideológico o político uno debe saber defender los intereses de su país. No es un tema de conocimiento, sino de decencia. Este acuerdo con Odebrecht es indigno para el Perú.
Dentro de las cosas bochornosas que se firma es que en el caso de que se sepan cosas nuevas, Odebrecht podrá -de acuerdo a su voluntad- colaborar o no y nadie les podrá decir nada. Si en el lapso de 15 días ellos dan pruebas, en buena hora, pero si no quieren, no pasa nada.
Barata y los demás rateros del Perú, como Odebrecht y sus compinches, sean presidentes o no, podrán seguir trabajando tranquilos y no pasará nada. Todos sus bienes absolutamente intocables.
¿Acaso hay que ser un gran doctor en derecho, como es el caso de Rosa María Palacios, o un súper periodista como Augusto Álvarez Rodrich, o un brillante investigador como Gorriti, para darse cuenta de que esto beneficia a los ladrones? Le pregunto al amigo lector de La Razón: ¿no se da cuenta de que le están volviendo a robar?
Mientras tanto, Domingo Pérez balbucea tonterías en televisión. Dice que le preocupa si le tomaron fotos a los documentos de su oficina. Le informo que las fotos que circulan en redes las tomé yo de los documentos que me hicieron llegar.
Pero ese no es el punto. El punto es que no ha negado este mamarracho de acuerdo. Hoy Domingo Pérez trabaja para los intereses de Odebrecht y no para los intereses del Perú. Lo mismo ese señor Ramírez Ramírez.
Habría que ver en el futuro si aparecen algunas cuentas medio extrañas y medio truchas. Acaso no aparecieron cuentas así de Ecoteva, de un tal Toledo, que era la encarnación de la decencia.