Los 100 años de Pérez de Cuellar

por | Ene 22, 2020 | Opinión

Por: Martín Valdivia Rodríguez / Uno de nuestros diplomáticos de carrera más respetados por tirios y troyanos es, sin duda, Javier Pérez de Cuéllar, quien el pasado 19 de enero cumplió 100 años de vida. El ex secretario general de las Naciones Unidas es un ejemplo de probidad, respeto y honorabilidad, con una foja de servicios al país que muy pocos hombres públicos o políticos pueden ostentar.

Pérez de Cuellar nace en Lima en 1920. Se unió al Ministerio de Relaciones Exteriores en 1940 y al cuerpo diplomático en 1944, trabajando poco después de secretario en las embajadas de Perú en Francia, Reino Unido, Bolivia y Brasil, y de Consejero y Ministro Consejero en la Embajada en Brasil.

Tras su regreso a Lima en 1961, fue ascendido al rango de Embajador al año siguiente, desarrollando sucesivamente las labores de Director del Departamento Jurídico, Director de Administración, Director de Protocolo y Director de Asuntos Políticos. En 1966 fue nombrado viceministro de Relaciones Exteriores. En 1981, trabajó como Consejero Jurídico en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Tras una proficua carrera diplomática como embajador en diversas partes del mundo, es nombrado como Secretario General de las Naciones Unidas, tomando posesión de su cargo el 1 de enero de 1982. El 10 de octubre de 1986 fue elegido para continuar su segundo mandato, empezando el  1 de enero de 1987.  Trabajó para la paz en medio Oriente, África y Centroamérica y defendió el multilateralismo. Hace más de 30 años hablaba ya de la necesidad de cuidar el medio ambiente.Durante el último día como secretario general de la ONU logró la firma de la paz en El Salvador. Su trayectoria dejó huella y gratitud en muchos pueblos del mundo.

Como político fundó el partido Unión por el Perú – hoy venido tristemente a menos – para enfrentar a Alberto Fujimori en las elecciones de 1995 y participó en el regreso a la democracia como canciller de Valentín Paniagua. Pérez de Cuellar supo sobrevivir a la política nacional y superar los obstáculos que le ponían los opositores de siempre.

Hoy, tras recibir diversos reconocimientos por más de 25 países – entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional de 1987- el viejo diplomático vive en la tranquilidad de su hogar, lúcido y con una salud envidiable a sus 100 años. De hecho, un gran orgullo para el Perú y un ejemplo para las nuevas generaciones de diplomáticos de nuestro país. Larga vida para el gran Patricio. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.


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