Los 100 años del icónico aposento de música en Los Ángeles, Hollywood Bowl, se celebrará a lo grande.
Los Ángeles es una localidad que lo tiene casi todo. Una de sus faltas más notorias es una vivienda de ópera. Irónicamente, el sueño de tener una entregó a la metrópoli uno de sus sitios más icónicos. El Hollywood Bowl festeja este año, a partir del retraso obligado por la enfermedad pandémica, un siglo de albergar canción cobijada por el benévolo clima de California.
Su creación concluyó en 1921 con la iniciativa de que una urbe todavía en desarrollo fuera anfitriona de acontecimientos de la alta cultura como los que se celebraban al este estadounidense. Cien años después la cultura pop ha deslavado la memoria de esos inicios para cambiar al Bowl en el legendario lugar donde los Beatles hicieron historia con un concierto de solo 30 min, Janis Joplin entregó una iluminada actuación en 1969, se evitó una catástrofe mayúscula en una actuación de Jimi Hendrix y donde Carlos Santana confió a su conjunto haber sentido la existencia de Millares Davis mucho tiempo después de su histórico concierto de 1981.
Los periódicos de la era calificaron de manera unánime de “épica” la producción de Julio César, en mayo de 1916. Los 35.000 asistentes al show de Shakespeare, montado solo una noche, fueron testigos de los ejércitos formados por 5.000 adicionales con las colinas de Hollywood como telón de fondo. Los militares eran comandados por los actores Douglas Fairbanks, William Farnum y Tyrone Power.
“500 bailarinas se formarán detrás del César y se prevé que elefantes, camellos y otros animales se utilicen en procesión. Combates entre los ejércitos conformados por millares se llevarán a cabo con las colinas. La escena de la revuelta usará a 1.500 personas”, aseveraba el periódico Los Ángeles Times de dicha etapa.