Melchor, Gaspar y Baltasar, personificados por agentes de la Policía Montada, visitaron a más de 100 niños en una emotiva celebración.
Con un mensaje de ilusión y esperanza, Los Tres Reyes Magos hicieron una emotiva visita al Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) este lunes 6 de enero. Melchor, Gaspar y Baltasar, representados por agentes de la Unidad Histórica de la Policía Montada, compartieron un momento especial con más de 100 pacientes, regalándoles presentes y sonrisas.
La ceremonia, inspirada en el relato bíblico de la Epifanía, tuvo lugar en el patio principal del instituto. Allí, niños hospitalizados y de consulta externa, acompañados por sus familiares y el personal asistencial, vivieron una jornada llena de magia. Entre ellos, pequeños en sillas de ruedas o en recuperación de cirugías no quisieron perder la oportunidad de saludar a los Reyes.
Según el Evangelio de San Mateo, los magos de Oriente llevaron al recién nacido Jesús regalos de oro, incienso y mirra. En esta ocasión, los policías encargados de personificarlos –los suboficiales Sergio Aliaga (Baltasar), Carlos Iriarte (Melchor) y Jhon Cárdenas (Gaspar)– también entregaron obsequios a los niños, llenando el lugar de entusiasmo y risas.
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El Dr. Carlos Urbano Durand, director del INSN, destacó la importancia de este evento. “Recibir al Niño Jesús simboliza un gran compromiso con la salud y el bienestar de los niños y adolescentes de todo el país. Durante 95 años, el instituto ha trabajado incansablemente para atender las necesidades de menores de todas las regiones, ofreciendo cuidados intensivos y especializados”, expresó.
Como parte de la festividad, se realizó la tradicional Bajada de Reyes, donde el Niño Jesús fue entregado al Dr. Urbano en un acto simbólico que resalta la responsabilidad de velar por los más vulnerables. El director aprovechó la ocasión para agradecer a la Policía Montada por su participación y otorgarles un Diploma de Reconocimiento.
El momento culminante llegó con la entrega de regalos a los pacientes, quienes no ocultaron su alegría. Las sonrisas de los pequeños y los aplausos de sus familias hicieron de esta celebración un recordatorio del poder de la solidaridad y la fe.
Esta tradición refuerza no solo los valores religiosos, sino también el compromiso colectivo de brindar esperanza a quienes más lo necesitan.